Vive tu llamado: ¿Para qué estoy aquí?Muestra

Dios usa tus problemas para bien

La vida no es una sucesión de extraños accidentes al azar. La vida no es totalmente imprevista. La vida no carece de sentido. Dios sabe lo que está pasando. Él está tejiendo el tapiz de tu vida, y tiene hilos claros y oscuros, momentos felices y tristes, para darle riqueza, textura y color. Nada puede pasar en la vida de un hijo de Dios sin el permiso de Dios. Todo está filtrado por el Padre.

No lo malinterpretes. No estoy diciendo que todo lo que te sucede en la vida es la voluntad perfecta de Dios. Eso no es cierto. Hay muchas cosas que no son la voluntad de Dios. Si sales y pecas, esa no es la voluntad de Dios. Si alguien peca contra ti, esa no es la voluntad perfecta de Dios.

Pero Dios tiene una voluntad permisiva. Si salgo y como en exceso, pago las consecuencias. Si salgo y daño mi cuerpo, pago las consecuencias. Dios no causa ni el mal ni el sufrimiento. Pero Él los permite porque tienen un propósito. Los permite, y luego los usa.

Dios es un experto en sacar algo bueno de lo malo. Pudo haber evitado que Pablo fuera a prisión en Filipos, pero, dejó que Pablo fuera a prisión y el carcelero se convirtió en creyente. Dios pudo haber evitado que Jesús fuera a la cruz, pero lo dejó ir. Dejó que su propio Hijo sufriera y muriera. ¿Sacó algo bueno de eso? ¡Seguro que sí!

A Dios le encanta convertir las crucifixiones en resurrecciones. Las cosas que más desearías que fueran eliminadas de tu vida son a menudo las cosas que Dios está usando para moldearte y convertirte en el creyente que Él desea que seas. Él quiere usar ese problema para bien en tu vida. Hay algo más importante que tu dolor. Es lo que estás aprendiendo de ese dolor. Dios tiene el control.

Entonces, ¿cuál es la clave? ¿Cuál es nuestra respuesta? Nuestra respuesta es mirar más allá del dolor.

“Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios 4:16-17 NTV, segunda edición).

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