Teniendo el corazón de María en el mundo de MartaMuestra

Quédate quieto

La intimidad que María disfrutó con Jesús en la sala de estar, nunca surgiría de la ajetreada cocina de Marta. El afán, por sí mismo, produce distracción. Lucas 10:38 nos muestra una mujer con el don de la hospitalidad. Marta abrió su casa a Jesús pero eso automáticamente no significa que ella le abrió su corazón. En su afán de servir a Jesús casi perdió la oportunidad de conocer a Jesús. 

Lucas nos dice: “Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres". Palabra clave: preocupaba. En la mente de Marta, nada menos que lo mejor serviría. Ella se preocupaba por darlo todo por Jesús. 

Podemos quedar atrapados en la misma trampa del afán sintiendo como que debemos demostrar nuestro amor por Dios haciendo grandes cosas por Él. Así que pasamos rápidamente de la intimidad de la sala de estar a ocuparnos de Él en la cocina, implementando grandes ministerios y proyectos maravillosos, todo en un esfuerzo por difundir las Buenas Nuevas. Hacemos todas nuestras obras en u nombre. Lo llamamos “Señor, Señor”. Pero al final, ¿nos conocerá? ¿Le conoceremos? 

El Reino de Dios, como ves, es una paradoja. Mientras el mundo aplaude los logros, Dios desea intimidad. El mundo clama: “¡Haz más! ¡Sé todo lo que puedas ser!". Pero nuestro Padre susurra: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). 

E.M. Bounds escribe: “Conocer a Dios no es algo que se hace apresuradamente. Él no concede Sus dones al que llega y va de forma casual o apresurada. Permanecer un tiempo a solas con Dios es el secreto de conocerle y dejarse influir por Él”. 

Dios no está buscando trabajadores sino hijos e hijas, un pueblo a quién derramar Su vida. 

¿Cuándo es más probable que caigas en la trampa del afán: en la iglesia, en la escuela, en la crianza de los hijos, en el trabajo? ¿De qué manera el mundo aplaude tus logros en esas áreas? ¿Cómo cambiarías tu perspectiva sobre tus logros si te enfocaras primero la comunión con Dios?