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¿Por qué es tan difícil confiar en Dios?: El temor
Permita que le haga una pregunta: ¿A qué le tiene miedo en este momento? Quizás usted sea una persona dura y diga “Yo no le tengo miedo a nada”. Pero sí tiene miedos, sea sincero. Otros responden de manera opuesta: “Tengo tantos miedos, ¿por dónde puedo comenzar?”
El temor nos impide confiar y creer. El temor paraliza. El temor hace que los recuerdos dolorosos sean mucho más intensos. El temor engendra desesperación respecto del futuro y hace que tampoco nos guste mucho el presente. El temor no nos deja ver las bendiciones que tenemos, y hace que sea muy difícil, incluso imposible, creer que hay buenas cosas en el futuro.
El pueblo de Dios del Antiguo Testamento, la nación de Israel, tenía mucho de qué preocuparse en el siglo octavo aC. Sus ejércitos estaban siendo destrozados, las ciudades saqueadas y sus ganados robados. Las personas eran capturadas y esclavizadas. La nación estaba siendo reducida, sólo quedaba un núcleo cada vez más pequeño de lo que una vez fue un poderoso imperio.
En esos tiempos sombríos, Isaías tuvo palabras maravillosas para decirles; podían confiar y creer en un Dios que no iba a dejar que perdieran su verdadero tesoro. En efecto, Dios iba a utilizar las dificultades que estaban soportando para ayudarles: les dijo en Isaías 41:10, “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
Cuando se sienta temeroso, respire profundamente, escuche estas palabras de Dios, y recuerde que está acunado en las inmensas manos de Dios. Usted está a salvo.
Permita que le haga una pregunta: ¿A qué le tiene miedo en este momento? Quizás usted sea una persona dura y diga “Yo no le tengo miedo a nada”. Pero sí tiene miedos, sea sincero. Otros responden de manera opuesta: “Tengo tantos miedos, ¿por dónde puedo comenzar?”
El temor nos impide confiar y creer. El temor paraliza. El temor hace que los recuerdos dolorosos sean mucho más intensos. El temor engendra desesperación respecto del futuro y hace que tampoco nos guste mucho el presente. El temor no nos deja ver las bendiciones que tenemos, y hace que sea muy difícil, incluso imposible, creer que hay buenas cosas en el futuro.
El pueblo de Dios del Antiguo Testamento, la nación de Israel, tenía mucho de qué preocuparse en el siglo octavo aC. Sus ejércitos estaban siendo destrozados, las ciudades saqueadas y sus ganados robados. Las personas eran capturadas y esclavizadas. La nación estaba siendo reducida, sólo quedaba un núcleo cada vez más pequeño de lo que una vez fue un poderoso imperio.
En esos tiempos sombríos, Isaías tuvo palabras maravillosas para decirles; podían confiar y creer en un Dios que no iba a dejar que perdieran su verdadero tesoro. En efecto, Dios iba a utilizar las dificultades que estaban soportando para ayudarles: les dijo en Isaías 41:10, “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
Cuando se sienta temeroso, respire profundamente, escuche estas palabras de Dios, y recuerde que está acunado en las inmensas manos de Dios. Usted está a salvo.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan de lecturas le ayudaran a usted a crecer en confianza y fe en las promesas de Dios.
| Nos gustaría agradecer a Tiempo de Gracia por proveer este plan. Para más información, por favor visite: https://timeofgrace.org/espanol |
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