«El Sonido De Los Cielos»Muestra

«El propósito de Dios en nosotros»

La resurrección demostró la victoria de Jesús, a través de su sacrificio, sangre y muerte. Durante los siguientes cuarenta días se apareció varias veces a sus seguidores. Luego, cuando llegó la hora de marcharse, llevó a los apóstoles a una colina y les dio «La gran comisión»:

«Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo». 

Durante la conversación, los discípulos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?» En efecto, su respuesta fue: «Ustedes no lo entienden. Sí, yo voy a establecer mi reino, pero no en la manera que ustedes esperan. Lo haré a través de ustedes, y enviaré a mi Espíritu para equiparlos y empoderarlos».

Con sus últimas palabras antes de ascender, Jesús dio a sus discípulos un mandato, acompañado de promesas e instrucciones. Dicho mandato era más amplio de lo que hubieran podido imaginar: hacer discípulos en todas las naciones de la tierra. Ya había sido difícil ministrar en Israel, pero el amor de Dios alcanza a toda tribu, lengua, pueblo y nación. En otras palabras, no hay límites de raza, sexo, nacionalidad, política, edad o religión para entregar su amor.

Jesús conocía a sus seguidores. Sabía que eran un montón de temerosos… personas como nosotros. Así que les dio tres promesas:

• Él tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Su reino, su poder y su presencia son ilimitados.


• Que se iría, pero prometió estar para siempre presente a través del Espíritu Santo. Nunca estaremos más allá de su alcance, su amor y su autoridad.


• Que nos daba el poder para hacer cualquier cosa que nos pida que hagamos. Nunca dijo que sería fácil, pero sí prometió darnos el poder que necesitamos en cada circunstancia.

Jesús les dijo que esperaran en Jerusalén por «la promesa del Padre», y para asegurarse de que entendían, explicó: «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Jesús ascendió a los cielos cuarenta días después de la Pascua, y sus discípulos esperaron otros diez días en Jerusalén, hasta la fiesta de Pentecostés, por el derramamiento del Espíritu. Jesús les dijo que esperaran para llenarse de poder. Eso es todo, lo que también nosotros debemos hacer.