Devocional de lucha para hombresMuestra

Emoción

¿Alguna vez has tomado una decisión emocional? Esto es lo que quiero decir: estás batallando con algo difícil. Has invertido mucho en el resultado, y crees que sabes lo que debes hacer. Lo sobrellevas, pero tienes muchas otras cosas en tu vida, así que es dificil concentrarse.

Finalmente, superado por tus tensiones, probablemente incluyendo algunas influencias externas, te rindes. Abandonas tu plan original porque era demasiado difícil. No podías más con la presión. Y aquí es cuando realmente comienza el verdadero problema; ahora debes lidiar con las consecuencias de haberte rendido.

No nos gusta pensar que somos "emocionales". Las mujeres son emocionales, nosotros no. Somos fuertes, lógicos y racionales. Pero la verdad es que, todos los humanos somos seres emocionales. Y honestamente, no hay nada de malo en ello; así es como nos hizo Dios. Es cuando dejamos que esas emociones dirijan nuestras acciones lo que nos mete en problemas.

En la lectura de hoy, continuamos con Sansón y sus compañeros Filisteos tomando bebidas para adultos. Estos chicos lo odian, pero ellos están contentos de quedarse mientras él esté pagando. Sansón decide meterse con ellos, por lo que les hace una apuesta de que puede decirles un acertijo que no adivinarán. No quiero contarte el final, pero te daré una pista: Sansón se jacta de haber roto su segunda regla (no tocar nada muerto).

Cuando ellos no pueden encontrar la respuesta, amenazan a la prometida de Sansón para presionarla para que se las dé. Cuando ellos el último día le dan la respuesta correcta, Sansón inmediatamente se da cuenta de lo que debió haber sucedido.

Ahora, esto es lo que realmente quiero que veas aquí. Debido a que Sansón permitió que sus impulsos y emociones lo guiaran, en lugar del Espíritu de Dios, tomó una mala decisión tras otra. Sansón nunca corrige el curso, pero incluso cuando llega el momento de pagar las consecuencias por sus acciones, aún así, la fuerza de Dios nunca lo abandona.

Nuestra fuerza viene del Señor. Él nos creó para ser guerreros, después de todo, ésta es la razón por la que precisamente debemos dejar que Su Espíritu nos guíe. Debemos ser capaces de discernir qué, cuándo, dónde, y cómo pelear. Y necesitamos luchar solo por las cosas que realmente valen la pena. No confíes en tus emociones. Confía en el Espíritu de Dios dentro de ti.