La dificultad de los procesos

Los procesos son difíciles, ya que en muchos de ellos nos toca enfrentarnos a nosotros mismos. Si bien es cierto que Satanás anda detrás de ti para destruirte, en muchos de los procesos terminarás siendo tu propio enemigo. El enemigo tiene el poder sobre nosotros que le permitamos, pues al igual que todo lo creado, él debe sujetarse ante la suprema autoridad de Dios. Sin embargo si dejas que satanás te susurre al oído frases como "no eres digno", "no vas a lograrlo", "Dios no te va a perdonar"... y las aceptas como una verdad en tu mente y corazón, terminarás encerrado en tu propio ser en medio de fortalezas creadas el enemigo para tenerte limitado y que no te puedas acercar a Dios. En medio de esto podrías sentir que no eres nadie, que nadie te ama, a nadie le importas, que lo que haces no es importante, que nadie te valora, que no mereces nada bueno, que nunca podrás alcanzar tus sueños, que eres malo, sucio, pervertido, loco, inestable, enojón, difícil, que has estado en la calle, que hiciste cosas que nadie te va a perdonar, que eres indigno del poder y perdón de Dios.

La gran noticia

Pero hemos escrito este plan para decirte, que las promesas de Dios también son para ti. Que todo eso que Satanás quiere hacerte creer es una gran mentira. Si bien no es fácil enfrentarse a tu pasado, a ti mismo y muchas veces quisieras olvidarlo, es necesario confiar en que Dios te dará la fuerza para lograrlo. Él dijo: "Confíen, porque yo he vencido al mundo", y si Él venció, nosotros también podemos vencer. Dios te quiere decir hoy que no le temas al proceso, que Él está contigo, que debes derribar esas falsas fortalezas porque los planes y el concepto que Él tiene de ti, es completamente diferente a lo que tú piensas. Él no te va a dejar solo, los procesos tienen un momento de oscuridad completa, pero es porque tienes que abrir los ojos y poder ver la luz que es Cristo alumbrando tu alrededor.

Necesitas entender cuánto Dios te ama, confiar en sus promesas y seguirle, para lograr ser alguien verdaderamente libre. Las recompensas del proceso valdrán la pena una vez que lo hayas superado, te sentirás amado, victorioso, agradecido, y entenderás el porqué y el paraqué de cada proceso. Recuerda esto, ¿para qué sirven los procesos? Sirven para moldearnos y hacer que seamos cada vez más parecidos a Cristo, nuestro gran ejemplo a seguir. Ningún proceso que pases en Dios te dejará igual o peor que antes, cada uno de ellos vale la pena, cuando tenemos el valor y la humildad para decirle a Dios que nos acompañe en el proceso, y así ser un hombre nuevo o una mujer nueva, transformados y así prepararnos para pasar la eternidad a su lado cuando sea el momento de partir.

No te pierdas el próximo día de este plan, donde podrás entender cómo lograr enfrentarse a un proceso complejo.