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Un nuevo desenlace

Nuestra historia, en algún momento tendrá una conclusión, un final, un desenlace que ha cambiado en el trascurso de nuestra vida. No es el mismo final que cuando nacimos. Antes estábamos destinados a la derrota y a la pérdida en la culminación de nuestros días, pero Cristo ha cambiado eso. Ahora nos espera un fin glorioso. Ni siquiera nuestros peores momentos de tribulación presentes determinarán el desenlace de nuestra existencia. Nuestro destino es Dios. No somos lo que éramos y tampoco lo que seremos en Dios. Nuestro destino aguarda en las nubes, de donde vendrá Jesús para recompensar a todo aquél que ha esperado pacientemente su regreso. Y con su segunda venida, traerá una recompensa por nuestra fidelidad. Quizás en días recientes no te miras a ti mismo como alguien fiel, alguien firme o una persona que se ha mantenido estable ante toda circunstancia. Pero mientras no dejes de buscarle, la gran conclusión de nuestra vida será “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor” (Mt.25:23).

La mayor recompensa será estar frente a frente, cara a cara delante de nuestro Padre Celestial, mirar una sonrisa en su rostro y escuchar las palabras... «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo» (Mt.3:17).

Oración:

Padre, anhelo estar frente a ti, en tu presencia, contemplar tu rostro al final de mis días. Pero hoy también te pido que tu rostro resplandezca sobre mí, que tu presencia vaya conmigo, porque si tu no vas conmigo, no quiero ir a ninguna parte.