La Revelación Del ReinoMuestra

«Experiencia transformadora»

Necesitamos tener una experiencia transformadora, como el profeta Isaías; quien tuvo una revelación del trono, donde pudo contemplar la grandeza y santidad del Rey, la bajeza y pecados propios, y la necesidad de anunciar el reino de Dios a todas las naciones. Los primeros cinco capítulos de Isaías, describen su actitud nacionalista; quien, con un mensaje increpante y mentalidad religiosa, emplaza al pueblo a continuar con sus ofrendas y rituales para agradar a Dios. Su discurso, inicialmente está dirigido exclusivamente a la nación de Israel, pero luego de ésta dramática experiencia, adquiere una perspectiva diferente.

En la visión, Isaías contempla realidades muy distintas a la percepción que tiene de las cosas. Primeramente es inusual hallar dentro del templo judío un trono; luego, ve las faldas del rey que salen del trono y cubren el templo; y tercero, Dios lo comisiona para llevar el mensaje a todas las naciones. Definitivamente, el mensaje del Reino trasciende prejuicios religiosos, fronteras culturales, fanatismo patriótico y cualquier otro elemento que quiera restringir la soberanía y propósito de Dios.

Escuchar una enseñanza, no garantiza que ya conocemos la Palabra de la cual se habla. En ese caso, lo que hemos recibido es la palabra del texto bíblico, pero no se ha implantado el «logos» como palabra que permanece en la mente. La simple acumulación de información no garantiza que haya revelación. Por tanto, la edificación será muy poca para sus oyentes. 

El «rhema», es el que permite que se pueda tener conocimiento del Señor en el corazón, porque es revelado por el Espíritu Santo. Una palabra «logos», pasa a ser «rhema», en el momento que el Espíritu Santo la trae a la vida con un propósito específico, y promueve una transformación integral. Cuando el Señor repite constantemente un tema o pasaje, está usando el «logos» para que la persona pueda abrir su corazón, de tal forma que llegue a ser un «rhema» en su espíritu.

Es importante recalcar que el «rhema» nunca irá en contra del «logos», pues el Señor no es un Dios de confusión, sino de paz. Pero lo más poderoso y contundente ocurre cuando el «rhema», revelado en el «logos», se impronta como «graphos» en el espíritu de nuestra mente y queda registrado como palabra conocida y encarnada, que nada ni nadie puede alterar ni borrar.