DiferenteMuestra

Tu recompensadiferente

Si tuviste un trabajo, entiendes lo que es recompensa. Mientras lo realizas, tú sueldo y tu puesto son promovidos, ¿verdad? Es así como generalmente sucede en el mundo. Haces más para recibir más. 

Bueno, este mundo no es nuestro hogar. Somos extranjeros con diferente fe, diferente fundamento, dirigidos a un destino diferente, con una mentalidad diferente y recibiremos una recompensa diferente. Usemos a Pedro como ejemplo. Él dedicó su vida adulta a compartir el evangelio de Jesús y a iniciar la iglesia cristiana pero al final fue crucificado, boca abajo, en un árbol. 

A medida que Pedro más hacía por Cristo, se convertía en un siervo más. Esto explica por qué Pedro escribió en el capítulo 5 a los líderes de la iglesia recordándoles tener afán de servir, no buscando ganancia deshonesta, dispuestos a recibir una corona siempre brillante. Esa es la diferencia. Las recompensas mundanas se opacan, las palabras de Dios no. Pedro pudo estar colgado de un árbol, boca abajo, pero sabía que pronto estaría de pie al lado de su amigo, Jesús, quien le diría algo así: “Hiciste bien, siervo bueno y fiel".

El máximo título en el Reino de Dios es sirviente.

Después de escribir a los líderes, Pedro escribió a los jóvenes. Piensa en jóvenes graduándose de la universidad, entrando al lugar de trabajo con grandes sueños. Pedro no les dijo que hagan lo mejor para hacerse renombre y ascender. Les dijo que se humillen y se sometan a los líderes. No te preocupes al pensar que tus ideas no serán vistas. En el tiempo correcto, Dios te va a exaltar. Recuerda, la promoción de Dios es diferente a la del mundo. El máximo título en el Reino de Dios es sirviente.

Al terminar 1Pedro, reflexiona en el diferente, a veces al revés, Reino de Dios. ¿Cuál es tu lugar en él? ¿Qué preocupaciones y ansiedades puedes entregarle? ¿Cómo has preferido las recompensas terrenales a la Palabra de Dios? ¿Hay situaciones o relaciones donde necesitas humillarte? ¿Te estás moviendo con firmeza hacia el servicio?

Ora: Dios, nada deseo más que entrar en Tu presencia y escucharte decir: “ hiciste bien, siervo bueno y fiel” ¿Me humillarás? Hazme diferente. Amén. 

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