EL PODER HONRAR A NUESTROS SEMEJANTES

Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; necesité ropa y me vistieron; estuve enfermo y me atendieron; estuve en la cárcel y me visitaron”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”. El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí (Mateo 25:35-40 NVI).

Cuando Dios en su Palabra nos dice que debemos tener misericordia por nuestro prójimo y ayudar a quien lo necesite, debemos entender que seguimos su ejemplo, y al hacerlo es como si lo hiciéramos por Cristo mismo. Por eso no debemos ser ajenos a las necesidades de los demás y mucho menos a las de los miembros del cuerpo de Cristo. Algunas formas en que podemos honrar a nuestros semejantes son, por ejemplo: cuando les brindamos un hombro en el cual llorar, cuando nos alegramos por sus logros, cuando los consolamos en momentos de desesperanza y cuando tendemos una mano cuando más lo necesitan. No seamos ajenos a los problemas que hay a nuestro alrededor. Siempre con diligencia y prontitud tendamos una mano amiga a quien lo necesita para así honrar a Cristo siguiendo su ejemplo.

No niegues el bien a quienes lo necesitan, si en tu mano está hacerlo (Proverbios 3:27 NVI).

Oración:

Señor, hoy te pido perdón por no estar atento a las necesidades de los demás, por algunas veces poder brindar mi mano y no hacerlo por negligencia o conveniencia. Hoy decido seguirte como tu discípulo y ser ayuda para quien lo necesite. En el nombre de Jesús, amén.

¿Honro a Dios al honrar a mis semejantes? Cuando lo hacemos recibimos la recompensa de que seremos consolados y ayudados en nuestros momentos de angustia.