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Prosperidad vs. Riquezas

Al concluir nuestro estudio sobre el dinero, la fe y la mayordomía financiera, debemos recordar que prosperidad y riquezas son dos cosas diferentes.

La prosperidad incluye la ganancia material, pero no se limita a ella. Incluye crecimiento equilibrado y multiplicación en todas las áreas de la vida. La acumulación de riquezas es algo que usted puede hacer sin Dios. Puede adquirir bienes mundanos y dejar a Dios fuera del proceso por completo. Basta con mirar a nuestro alrededor para ver que muchas personas están haciendo justo eso.

Pero usted no puede ser próspero sin Dios. No puede tener una vida bien equilibrada, fructífera y gozosa sin Él. Para ser en realidad próspero, debe ser próspero en lo espiritual: su fe y su relación con el Padre celestial deben crecer y fructificarse. Eso no puede suceder sin Dios.

La prosperidad tiene una cualidad duradera y eterna. Las riquezas pueden desaparecer en un día, o en una hora, como leemos en Apocalipsis 18 en el Día 3. La prosperidad perdura. Incluso en tiempos de pérdida temporal, aun en tiempos de inactividad o de pausa en un área de la vida, la persona que desea la prosperidad de Dios y vive de acuerdo con los preceptos bíblicos de la prosperidad, tiene un sentido profundo y duradero de la presencia, la provisión y el agrado del Señor.

La persona que desea ser próspera vive de tal manera que las promesas de Dios están a su disposición. La persona que solo busca riquezas es alguien a quien no se aplica la plenitud de las promesas de Dios. Quien se esfuerza por ser rico se limita a vivir según la "carne", mientras que quien busca prosperidad aprovecha las bendiciones de Dios, conecta su vida con el Dios infinito, y no hay límite para la cantidad de crecimiento y bendición que puede disfrutar (2 Corintios 9.8).

El deseo del Señor para usted es la prosperidad. Dios quiere que sea una persona plena: equilibrada, en crecimiento, fructífera y que cumpla el plan y el propósito de Él para su vida. Pídale que le enseñe lo que en verdad significa ser próspero a sus ojos... Su Palabra promete que Él responderá.