La Creatividad Como Un Regalo De DiosMuestra

Desde el principio, la Biblia describe a Dios como Creador. La palabra hebrea usada en Génesis 1: 1 (Dios en el principio creó los cielos y la tierra) es barah, que significa, en esencia, crear sin material preexistente. Otros pasajes de las Escrituras confirman en el Nuevo Testamento cómo fue creado tanto lo visible como lo invisible a nuestros ojos: “Por la Palabra de Dios”, por medio de una orden Suya, “haciendo lo que se ve, de lo que no se veía” (He. 11:3). Tanto lo que vemos, como lo que no alcanzan a percibir nuestros ojos, tiene la firma de un Gran Autor, Padre de toda creatividad. Incluso desde antes de creer, ese testimonio confronta nuestra razón. Por la fe, lo recibimos.

Según Juan 1:12: “A todos los que… recibieron [a Jesucristo], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Todos nos maravillamos al comprobar el parecido físico entre padres e hijos. Incluso los hijos que han sido adoptados, comienzan a parecerse a sus padres adoptivos. Lo mismo ocurre con nosotros cuando somos adoptados como hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Somos transformados por medio del poder creativo de Su Espíritu, a imagen de Jesús. En ese proceso, nuestra creatividad empieza a revelar quién es nuestro Padre.

Como escritor debo confesar que mi trabajo se puede dividir en antes y después de Cristo. He comprobado la diferencia entre escribir para uno mismo y hacerlo para Dios. A través de este devocional encontraremos argumentos que nos llevan a reconocer la creatividad como un regalo del Creador y los beneficios de rendirla a Él. Toda capacidad de crear es un don que hemos recibido. Podemos elegir como cultivarla y usarla. Como creyente, terminé preguntándome: ¿A quién honro con esa creatividad? Fue el inicio de algo nuevo, aprendiendo a caminar de Su mano.

Durante la pandemia del COVID 19, muchos empezaron a pronosticar la desaparición del libro físico. Contrariando estos vaticinios, las ferias del libro y las editoriales empezaron a reportar que las ventas de libros no solo crecían, sino que los niños y jóvenes eran la razón. El número de lectores en busca de orientación, de sentido, sigue aumentando en todo el mundo. Hoy, más que nunca, las personas sienten la necesidad de contar su historia o compartir su punto de vista. Muchos se han dado cuenta e intentan capitalizar esa tendencia; en mercadeo y el ámbito corporativo se habla de que toda persona, empresa o producto debe tener su propia narrativa o storytelling. El fenómeno de los influencers y de las producciones en las plataformas digitales de entretenimiento también ha contribuido a que se disparen ofertas para que la gente se anime y aprenda a publicar su historia o los “secretos” de la escritura creativa. La pregunta que me surge enseguida es: ¿Con qué propósito? ¿A quién honra nuestro testimonio en realidad?

¿Podemos todos publicar nuestras historias sin ser escritores? ¿Es posible aprender y desarrollar la habilidad para contar o escribir historias o solo pueden aspirar a lograrlo los profesionales o quienes “nacieron con ese talento”? En los próximos días examinaremos lo que dice la Biblia al respecto, la importancia de la pregunta sobre el propósito, y si es posible tener y desarrollar ese don, de forma que nuestra fe crezca a medida que lo ejercitamos, alineados con el Gran Creador.