La vida según SANTIAGOMuestra

Sabiduría del Cielo

"Pero la sabiduría que viene del cielo es, ante todo, pura; luego amante de la paz, considerada, sumisa, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y sincera. Los pacificadores que siembran en paz levantan una cosecha de justicia" (Santiago 3:17-18).

Domar la lengua

Santiago continúa su intromisión con los creyentes, desafiando si nuestras vidas son verdaderamente un reflejo de un discípulo de Cristo. De nuevo, habla de las palabras que salen de nuestras bocas. Santiago compara nuestras lenguas con un bocado en la boca de un caballo o con el timón de un barco grande o con una pequeña chispa que crea un incendio forestal. Habla de esta pequeña parte de nuestro cuerpo que tiene una gran capacidad de destrucción. No es de extrañar que Santiago nos dijera antes en Santiago 1:19 que debemos ser "lentos para hablar".

Un buen amigo mío, Tim Cameron, escribió un libro llamado: "El ayuno de cuarenta días", al que he hecho referencia antes, pero vale la pena repetirlo. Tim descubrió que sus propias palabras a través de los años lo habían alejado de una comunión cercana con Dios. Clasifica las palabras tóxicas que destrozan a los creyentes en seis áreas: juicio, crítica, negatividad, chismes, sarcasmo y quejas. Es posible que ni siquiera nos demos cuenta del peligroso uso de nuestra lengua.

Me recuerda a un hombre que dirigía un estudio bíblico al que asistía, que se apellidó Saylor. Admitió que era culpable de tener una boca sucia. Él dijo: "Mi padre maldecía como un Saylor. Y maldije como un Saylor". Un día, todo cambió para él cuando leyó Lucas 6:45 NVI:

"El hombre bueno saca cosas buenas de lo bueno almacenado en su corazón, y el hombre malo saca cosas malas de lo malo almacenado en su corazón. Porque de la abundancia del corazón habla su boca".

De repente, el Espíritu Santo lo convenció. Si estas viles palabras salían de su boca, ¿qué pasaba en su corazón? A partir de ese día, dejó de maldecir y comenzó a guardar su corazón.

Dos clases de sabiduría

Santiago continúa poniendo a prueba nuestros corazones, a medida que indaga más en nuestras acciones. Continúa en una línea de pensamiento similar a la anterior: nuestra búsqueda de riqueza y poder mundanos es una piedra de tropiezo para nuestra fe. Resume la sabiduría y la influencia del diablo en dos áreas: la envidia y la ambición egoísta. Dice que allí encontrarás "desorden y toda práctica malvada" (Santiago 3:16).

Contrasta eso con la sabiduría que viene del cielo: pureza, paz, consideración, sumisión, misericordia, buenos frutos, imparcialidad y sinceridad. Si así es como vivimos nuestras vidas, dice que resulta en una "cosecha de justicia". Se pensaba que Santiago, quien escribió este libro, era el hermano de Jesús. De ser así, probablemente habría escuchado a Jesús dar su teología de la vid . . . si el hombre permanece en mí, dará mucho fruto. Este fruto sobrenatural se ve así: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio.

No podemos fabricar este tipo de sabiduría o este tipo de fruto por nuestra propia fuerza, voluntad o disciplina. No, solo viene a través de permanecer en Cristo.