El Regalo de la SalvaciónMuestra

Algún día volaremos

Una mañana de camino a mi auto después de caminar, me detuve a mirar en lo alto de un frondoso árbol, un pequeño pájaro que, surcando los aires de forma majestuosa, se posó sobre una rama. Traté de imaginar cómo sería la vista desde allá arriba; qué sentiría posado en esa rama ondulante, mirando todo a su alrededor. El aire en su cara y el sol más de cerca, no parecían molestarle. Meciéndose en su rama, parecía en paz con lo que le rodeaba. Sólo ocupándose de buscar alimento mientras se deleitaba en el precioso paisaje mañanero desde lo alto. Sería algo increíble poder volar, ¿no crees?

Según los versículos arriba mencionados: ¿Cómo es posible que nos encontremos con el Señor en el aire? ¿Cómo podremos llegar a las nubes? ¿Acaso eso no es volar? Nuestros cuerpos resucitados serán transformados; no serán cuerpos carnales como los que tenemos ahora, serán cuerpos glorificados, imperecederos y perfectos. Ya no estarán sujetos a enfermedad, dolor ni muerte (1 Corintios 15:52), sino que serán cuerpos puros, no contaminados ni debilitados por el pecado. No estarán sujetos a las leyes de gravedad ni al tiempo ni al espacio. Serán cuerpos espirituales pero que, a la vez, tendrán forma y consistencia (Lucas 24:39). Podremos disfrutar la comida, pero no nos sentiremos impulsados a la necesidad de comer (Lucas 24:41-43). ¿No es maravilloso? Seremos lo que Dios siempre quiso que fuéramos y estaremos disfrutando para siempre en Su presencia. ¡Aleluya!

Oración: Señor Amado, ¡qué bueno es saber que algún día estaremos gozosos en Tu presencia para siempre! Pero sabiendo que sólo Tus hijos reciben ésa, Tu herencia, rindo mi vida a Ti. Perdona mis pecados hoy, y límpiame de toda mi maldad, Señor. Creo que moriste por mí y que resucitaste y estás intercediendo por mí frente al Padre cada día. Entrego mi vida a Ti. Gracias por adoptarme como hijo. ¡Alabado seas, Señor! En el nombre de Jesús, amén.