La iglesia me lastimóMuestra

Día 1

A Jesús le importan tus heridas.

En una ocasión, Jesús contó una gran parábola. La historia relata el día que un hombre fue asaltado y golpeado hasta casi morir. Moribundo a mitad del camino, el hombre ve pasar un sacerdote y un levita, puedes sentir como la esperanza de aquel hombre se vuelve una agonía más, al ver que los piadosos hombres de Dios le miran y le sacan la vuelta. De pronto aparece un samaritano, para su sorpresa este se detiene, lo reanima y lo lleva al lugar más cercano donde pueda cuidarlo mejor. Al día siguiente el samaritano…“le dio dos monedas de plata al encargado de la posada y le dijo: “Cuida de este hombre. Si los gastos superan esta cantidad, te pagaré la diferencia la próxima vez que pase por aquí.”

Quizás, una de las experiencias más traumáticas en la vida es ver como la iglesia minimiza o ignora fríamente a aquellos que han sido lastimados, incluso a veces, por la iglesia misma. En esta historia, Jesús plasma lo que seguido ocurre hoy en día. Aquellos representantes de Dios, los encargados de extender compasión, son los que menos tiempo se toman para hacerlo. Lo que también intenta mostrar Jesús, es que la iglesia debería ser como ese mesón. Un lugar en donde las personas puedan seguir recuperándose de sus lesiones. Mientras eso sucede, lo que sabemos es que Jesús es el buen samaritano.

A Jesús le conmueven tus heridas. Él no va a pasar de largo, él está haciendo lo posible por aliviar tu dolor. Al igual que el buen samaritano, a Jesús no le importa lo que le pueda costar, a él le interesa tu sanidad. De hecho, esta historia es una buena imagen del evangelio. Jesús pagó con su vida a cambio de tu salvación.

El primer paso hacia la sanidad es abrazar el hecho de que Jesús quiere que tú seas sano.