El Paradigma de la SabiduríaMuestra

Con toda nuestra fuerza

‘’Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza’’.

Entender lo que significa amar a Dios con toda nuestra fuerza, fue y sigue siendo algo muy desafiante. Creo que lo difícil acá, es la lucha en nuestro interior sobre a quién o qué seguir, ¿nuestra voluntad , nuestros propios deseos y objetivos o la voluntad de Dios?¿Qué tanto le entrego a Dios de mi vida o no? Incluso me he preguntado, ¿hasta qué punto debo vivir una vida bajo la guía de Dios, hay un límite? ¿Está mal que yo quiera cosas para mí misma?

Es un planteo muy interesante e importante para meditar en algún momento de nuestra vida, también sirve para autoexaminarnos. Me di cuenta de que incluso en mi servicio a Dios o búsqueda de Él, hacía cosas por interés, seguía buscando cosas para mí misma, aun viviendo procesos de quebranto y la verdad. Se siente liberador encontrar estas raíces en nuestro corazón y arrancarlas, porque El Espíritu Santo llena esos huecos y se siente ese refresco en el alma.

Un personaje bíblico que tenía mucha fuerza es Sansón, el era un hombre escogido por Dios que le costó mucho corresponder a ese amor. Sansón amó mucho más su propia voluntad y a los placeres del mundo que a Dios, al final él se arrepintió, pero tuvo un costo muy alto.

Amar a Dios con toda nuestra fuerza, no se trata de una cosa o algo meramente físico, significa dedicar cada posibilidad, oportunidad y capacidad que tenemos, ya sea con nuestra profesión, nuestro tiempo, colaboración, con una ofrenda, con una oración, con todo lo que somos y podemos hacer para amar a Dios y a nuestro prójimo. Aprovechando cada oportunidad para hablar del Evangelio o creando las oportunidades. Tener esta predisposición en nuestro corazón y estar atentos a la necesidad de las personas que nos rodean, es vivir una vida de servicio y generosidad.

Hay muchas maneras de poner nuestro amor a Dios en acción, pero déjame recordarte la importancia de ser llenos del Espíritu Santo. Antes, como en el caso de Sansón, el Espíritu Santo, solo por momentos en particular llenaba y usaba a personas para hacer grandes proezas, pero después del Pentecostés, el Espíritu Santo nos llenó y se quedó con nosotros. Pedro después de ser lleno, por primera vez, da un discurso que hace que 3 mil personas se conviertan y solo fue por obra del Espíritu.

La mayoría de las veces, las cosas grandes, nunca las vamos a poder hacer solos, incluso no vamos a sentir la fuerza ni la capacidad de hacerlas, pero el reconocer que estamos quebrantados y cuánto necesitamos de Dios, el pedirle que intervenga por nosotros, es nuestra garantía de tener éxito en la tarea, así que solo nos queda abrir nuestro corazón.

Oración: Amado Dios, no existen palabras que alcancen para agradecer tanto amor que nos das, enséñame a no ser egoísta, a no orar solo por mí, a vivir una vida de servicio y generosidad, a corresponder a tu amor con gratitud. Que yo pueda ser de tu agrado y mi vida una respuesta de la oración de la necesidad de otros, enséñame a vivir en sabiduría, a la medida de toda la plenitud que hay en ti.