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Nuevos días, antiguos demonios: Un estudio de Elías

DÍA 2 DE 11

¿Realiza Dios milagros hoy en día?

En esta sección de las Escrituras, la vida de Elías se cruza con la de una viuda muy pobre y su hijo. Para proteger su vida, ya que el rey Acab y la reina Jezabel están decididos a cazarlo y acabar con su vida, Dios envía a su fiel profeta a una temporada de separación para prepararse. A veces, la preparación para lo que Dios ha planeado a continuación en nuestra vida requiere la separación de la rutina normal a la que estamos acostumbrados. Tendemos a escuchar mejor y a aprender más cuando nuestra vida se ve alterada , y esas temporadas que pueden causarnos frustración o incluso ansiedad son a menudo interrupciones divinas de Dios para prepararnos para lo que Él sabe que viene a continuación en nuestra vida.

Se nos dice que Dios envió a Elías a “Sarepta”, que significa fundir o derretir, tal como se haría con un metal. Al parecer, era un lugar donde se derretían y fundían los metales, de modo que las impurezas subían a la superficie para ser eliminadas, dejando sólo el metal más precioso y puro. Este proceso requiere mucho calor y presión, y Dios estaba purificando y preparando espiritualmente a Elías para ambas cosas en su guerra espiritual contra Acab y Jezabel.

Lo sorprendente de la escena es que Dios envía a Su profeta judío, viajando probablemente a pie, alrededor de 160 kilómetros a través de un terreno escabroso mientras estaba en la lista de los más buscados por el rey Acab, a vivir con una muy pobre mujer gentil y su hijo. Elías fue llamado a una ciudad que era el centro mismo de la adoración de la diosa Asera. Este parece ser el último lugar al que el profeta debería ir, pero él va en obediencia al mandato de Dios. Dios sabe dónde está Elías, viene a él y le dice adónde ir. Este mismo Dios sabe dónde estás tú, te hablará y sabe cuándo y adónde debes ir en el futuro. Esto revela que Dios gobierna sobre todos y sobre todo, y que tiene pleno conocimiento de todos los aspectos de tu vida. Sus caminos a menudo no tienen sentido para nosotros pero, como Elías, la clave es obedecer con fe hasta que veamos por la vista que Dios sabe lo que hace.

Volviendo a la historia, la pobre mujer no podía alimentar a su hijo, mucho menos a sí misma, y asumir la carga de alojar y alimentar a este hombre (Elías) indefinidamente parecía mucho pedir. Por una provisión milagrosa de la gracia de Dios, reminiscente de cómo Él proveyó maná en el desierto durante 40 años, sosteniendo a Su pueblo día a día, había comida todos los días en forma de harina y aceite. De repente, su carga se convirtió en su bendición, ya que la presencia de este hombre de Dios en su casa también trajo la presencia de Dios a su hogar. Al igual que el joven que más tarde le daría su almuerzo a Jesús, esta mujer vio cómo lo poco que tenía se multiplicaba milagrosamente. Dios se le reveló en su cocina, pues nuestro humilde Dios se presenta a menudo en los lugares más ordinarios para encontrarse con nosotros.

En esta lección, aprendemos que hay que confiar en Dios día a día. La fe nos permite dormir por la noche, creyendo que el Dios que nos ayudó a superar ese día nos ayudará a superar el siguiente.

De forma repentina y trágica, el hijo de la viuda murió. Dolida, la mujer que literalmente no tenía a nadie ni nada, salvo a su hijo, culpa de ello a Elías, diciendo en 1 Reyes 17:18: “¿Qué tengo que ver contigo, oh hombre de Dios? ¡Has venido para traer a memoria mis iniquidades y hacer morir a mi hijo!”. Es reconfortante ver que Elías no se toma ni hace personal este insulto. A veces, la gente está abrumada, en dificultades, y sólo necesita gracia cuando dice algo fuera de lugar. Ella tristemente piensa que por algún pecado en su vida, Dios la castigó matando a su hijo. Si ella entendiera el evangelio, sabría que el Hijo de Dios fue castigado por el pecado para que ella y su hijo no tuvieran que serlo.

Por razones que nunca sabremos, el profeta Elías lleva al hijo a la cámara alta, lo acuesta y se extiende sobre él tres veces, lo que lo habría convertido en “impuro”. Elías oró en voz alta para que Dios devolviera la vida a este hijo muerto, y podemos imaginarnos tanto a él como a la viuda llorando y suplicando a Dios un milagro. En oración, Elías “...clamó al Señor: ‘Oh Señor, Dios mío, ¿has traído también mal a la viuda con quien estoy hospedado haciendo morir a su hijo?’”. Incluso las personas más piadosas y los más grandes teólogos siguen planteándose muchas preguntas ante el doloroso sufrimiento humano. La escena es desgarradora y esperanzadora. Están pidiendo por un milagro, igual que nosotros deberíamos orar por milagros.

Dios no responde a la pregunta de Elías, pero sí a su oración. Dios hace entonces su segundo milagro en esta escena y resucita al niño de entre los muertos. Hasta este momento, no hay constancia en la Biblia de que alguien haya resucitado de entre los muertos. Por supuesto, la resurrección del único hijo de la viuda era una prefiguración de la resurrección del único Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión:

Esta mujer pudo reencontrarse con su hijo. ¿Con quién esperas reencontrarte en el Reino de Dios cuando resuciten los muertos?

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Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://realfaith.com/

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