La seriedad del perdónMuestra

Tiene sentido en el Evangelio

Como hijos de Dios, estamos llamados a vivir según las enseñanzas del Evangelio. La sabiduría divina, tal como nos ha sido revelada, no siempre tiene sentido para la mente incrédula. Sin embargo, para quienes han abrazado el Evangelio, ofrece un camino hacia una vida más rica y plena. Las enseñanzas del Señor, aunque a veces desafiantes, nunca son irrazonables o inalcanzables. Por su gracia, su Espíritu y su poder, se nos da la capacidad de vivir según sus normas.

Una enseñanza que puede resultar difícil de comprender es el perdón ilimitado. Cuando Pedro preguntó a Jesús sobre los límites del perdón, buscaba claridad sobre un malentendido común. Los rabinos de la época creían que el perdón sólo debía extenderse tres veces, porque la afirmación de que Dios perdonaría un pecado tres veces se repite ocho veces en Amós 1-2. Pedro, haciendo gala de un espíritu más generoso, sugirió perdonar a alguien hasta siete veces.

Jesús desafió la interpretación de Pedro haciendo referencia a la naturaleza vengativa de Lamec en Génesis 4:23-24. Dijo a Pedro: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». Los perdidos pueden odiar o ser iracundos, pero los que pertenecen al reino y a la familia de Dios deben mostrar una gracia y un perdón ilimitados.

El contraste entre estos dos estados del ser es sorprendente. La venganza define a los perdidos, mientras que el pueblo de Dios está llamado a demostrar perdón.

Como creyentes, debemos encarnar el espíritu del perdón y del amor, independientemente de la ofensa o de la frecuencia con que se haya cometido. No se trata de una mera sugerencia, sino de una responsabilidad intrínsecamente ligada a nuestra comprensión del Evangelio. Si realmente creemos en el poder transformador del Evangelio y en la gracia que se nos ha concedido, también debemos reconocer la necesidad de extender esa misma gracia y perdón a los demás.

¿Cómo puedes practicar el principio del perdón ilimitado en tu propia vida? ¿Hay relaciones que necesitan reparación, o te has estado aferrando a resentimientos o rencores que agobian tu espíritu? Ahora es el momento de retarte a ti mismo a practicar el perdón y a extender la gracia, tal como la has recibido del Señor. Al aceptar este reto, crecerás en tu fe y darás testimonio del poder transformador del Evangelio y de la sabiduría divina de Dios en acción.