Mi TestimonioMuestra

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

En varias ocasiones escuché a alguien recitar este versículo muy alegremente, en esos momentos por mi cabeza pasaban comentarios como: “Es fácil decirlo estando alegres” u “Ojalá poder tener una vida tan alegre como la de él”.

Sin embargo, en una ocasión esa persona me contó su historia y esos comentarios o prejuicios que tenía hacía él desaparecieron totalmente. Me contó cómo tras pasar por una situación difícil económica, él, su esposa e hijos se vieron en la necesidad de hospedar en su casa a un familiar cercano, la cuñada del señor, ella había sido diagnosticada con cáncer, un golpe duro para la familia y había sido dejada por el que entonces era su esposo.

El señor de la casa se acercó a su esposa y le expuso la situación, le recordó que ellos estaban pasando por una situación dificil, le faltaban los recursos necesarios para mantener a su hermana allí, a lo que le esposa solo le respondió que no se preocupara y dejara todo en manos de Dios.

Algunos meses más tarde, ya iniciado los tratamientos de lugar, una tarde como cualquier otra, aquella mujer, se sentó al lado de su hermana, le pidió perdón y le confesó que gracias a la acogida que le fue dada en ese hogar, ella volvió a reconectar con el Señor. Al día siguiente su hermana murió, aunque tristes, se sintieron consolados por el hecho de que ella había aceptado a Cristo y había sido bautizada.

Pero la historia no termina aquí, dos meses después es la esposa del señor la que es diagnosticada con un cáncer en etapa 4, durante ese tiempo solo se repetían que todas las cosas ayudan a bien para los que aman a Dios. La esposa murió y el padre ha quedado con sus dos hijos, manteniéndose resguardando ese versículo.

La vida puede parecer difícil, cruel e injusta. En medio de las dificultades puedes sentir o creer que ya no puedes más. Sin embargo, recuerda que: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor. 10:13).

En muchas ocasiones, sentía que no podría avanzar un poco más que al dar un paso, retrocedía diez, que todo me superaba pero siempre llega a mi mente que "cuando se acaban las fuerzas del hombre, justo ahí empieza las manos de Dios a obrar".

- Keisy Solís.