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iD - Nuestra Nueva Identidad

DÍA 3 DE 5

La oración nos obliga a lidiar con la soberanía divina y la libertad humana

Quizás no hay otro tema que muestre de manera tan práctica cómo interactúan la soberanía divina y la libertad humana, sin cancelarse mutuamente como la oración (Y muestra también lo inadecuado de las dos posturas teológicas clásicas). En la oración vemos como Dios traza sus planes de manera soberana, pero nos da un lugar en su cumplimento o modificación. Dios nos pide que oremos para que estos planes se cumplan. O para que se aborten, como cuando amenaza con juicio y castigo, pero espera que intercedamos y busquemos cambiar su voluntad:

“Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y saque la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado!” (Ezequiel 22:30 NVI).

Dios realmente nos concede la libertad de cambiar su soberana voluntad. Como decía Dallas Willard, La respuesta de Dios a nuestras oraciones no es una farsa. Él no finge que está respondiendo a nuestra oración cuando solamente está haciendo lo que siempre, “en su soberanía,” pensaba hacer. Nuestras libres peticiones de veras marcan una diferencia en lo que Dios hace o deja de hacer. La idea de que todo sucederá exactamente como lo hace (soberanía divina) sin importar si oramos o no (libertad humana), nubla los pensamientos de la gente que se ha casado con una de las dos opciones teológicas conocidas como calvinismo y arminianismo y puede hacer de la oración algo psicológicamente complicado.

Tan sólo un ejemplo de muchos en la Escritura es el de la mujer cananea (Mateo 15; Marcos 7). Ella le pidió a Jesús que sanara a su hija poseída por el diablo. Jesús le respondió que no había sido enviado a los no judíos. No era su plan llevar el Evangelio a los no judíos. Eso era para otra etapa futura. Sin embargo, la mujer insistió con tanta fe que Jesús cambió de parecer. Y no fingió que estaba cambiando de parecer cuando todo el tiempo realmente si la iba a sanar. Si la mujer no hubiera insistido, Jesús no habría sanado a su hija.

Nuestras oraciones son un gran ejemplo de cómo nuestra libertad incide sobre la soberanía de Dios, no cancelándola, sino de alguna manera que no entendemos, cumpliéndola.

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Acerca de este Plan

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