EsperaréMuestra

No te detengas

Como familia, tenemos la tradición de viajar durante nuestras vacaciones. No importa qué tan cortas o largas sean, hemos entendido, a lo largo de los años que, así como Dios descansó en el séptimo día; las vacaciones son algo vital para cada uno de nosotros. Aparte de disfrutar, siempre regresamos con una historia sobre el viaje donde Dios nos enseñó algo que necesitábamos aprender.

En nuestras vacaciones de invierno, nos dirigíamos hacia las montañas de North Carolina. Mi familia y yo nunca habíamos visto la nieve y nos preparamos para nuestra aventura. Las lluvias durante esos días habían estado muy fuertes, y las posibilidades de ver nieve se veían cada vez más bajas. Durante el viaje, estábamos con más familiares y viajamos en dos autos. La subida al principio era hermosa, el clima se veía perfecto. Después de haber manejado alrededor de dos horas, el frío se hacía más evidente, y el camino se veía más angosto y difícil. Cuando estábamos más cerca del lugar, comenzaron las lluvias y habíamos perdido señal para comunicarnos. Después de manejar más de tres horas, el auto que iba con nosotros bajaba en dirección contraria y nos aconsejaron regresarnos, ya que no se veía el destino hacia donde nos dirigíamos.

Mi esposo y yo nos detuvimos por un momento y tomamos la decisión de continuar. Para nuestra sorpresa, llegamos al destino unos minutos después. Recuerdo que fue un momento inolvidable y mucho mejor de lo que nos imaginábamos. Lamentamos tanto que quienes iban con nosotros decidieron regresar estando tan cerca. En este momento, Dios me recordó cuántas veces estamos tan cerca de lo que Él ha prometido y decidimos regresarnos porque no vemos las señales que esperábamos o porque nuestras expectativas del viaje eran diferentes.

En el libro de Juan, está la historia de Nicodemo, el fariseo que visita a Jesús. Nicodemo era un líder religioso que tenía en frente al hijo de Dios. Nicodemo no solo observó los milagros de Jesús, también tuvo la oportunidad de hablarle y hacerle preguntas de forma personal. Sin embargo, después de esto, vemos que Nicodemo no hace parte de los seguidores de Jesús; estuvo tan cerca de serlo, pero decidió regresar y continuar con lo que para él ya era familiar.

Probablemente, las circunstancias que has vivido te han llevado a pensar que es mejor darte por vencido, que es mejor regresar que seguir en un camino que se siente cuesta arriba sin ver la meta que deseas lograr. Hoy quiero animarte a creer. Recuerda que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Cuando nos dirigíamos hacia las montañas, pude experimentar esta verdad. En mí estaba la certeza de encontrar mi destino, aunque no lo veía. Quiero invitarte a seguir adelante, a no detenerte. Dios siempre cumple Sus promesas. Tal vez, tu aventura por la vida haya tenido variaciones, puede que lo que imaginaste obtener no salió como esperabas, pero tus expectativas no imposibilitan a Dios; Él es el Dios de imposibles, el Dios que siempre llega. Esperar no hace que las promesas no sean reales, simplemente te da la oportunidad de apreciar los pequeños momentos que te llevan a la meta.