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"El milagro de su fiel presencia"

Desde que Jesucristo me alcanzó con su bondad y su amor; como cualquier otro cristiano, he pasado por diferentes circunstancias que han probado mi fe en Él, y por su poder y la gracia con la que me ha favorecido las he podido enfrentar en victoria. Sin embargo, algunas pruebas me han intentado hacer flaquear y desfallecer; creyendo que no iba a poder más, pero en esos momentos fue donde pude ver con mayor claridad la misericordia y el amor del Eterno; y son esos momentos los que más recuerdo y los que me llenan de fortaleza cuando enfrento otros tiempos de crisis, creyendo que si se manifestó de manera tan bondadosa y sobrenatural en aquellos díficiles momentos, no hay porqué dudar de que lo pueda hacer de nuevo; todo porque el milagro de su fiel presencia, siempre me acompaña.

Ten la plena certeza de que el Eterno siempre está contigo, Él es tu Padre; por medio de su Espíritu, su presencia te respalda y te acompaña en todo tiempo. Su Omnipresencia no te excluye, estás destinado a permanecer en su presencia eternamente gracias a la obra redentora de Jesús. Nunca estás solo, puede ser que algunas veces pareciera que sí, porque notas que todos se han ido de tu lado cuando más los necesitas, porque hay momentos tan complejos por los que pasamos que incluso podemos llegar a pensar que hemos sido abandonados al sufrimiento; sin embargo, tu Padre, jamás te deja, jamás te abandona. El Espíritu Santo es la garantía de la cecanía eterna que Jesucristo ejerció a precio de sangre, para que siempre permanezcamos bajo la cobertura Paternal del Eterno. Bendita y sobrenatural cobertura.

Sé que hay momentos difíciles por los que pasamos y que algunos de esos momentos pueden amedrentarnos, a tal punto, que nuestra mente puede llegar a imaginar que estamos solos. El silencio celestial al que a veces nos enfrentamos por voluntad de nuestro Padre, para que fortalezcamos nuestra confianza en Él y aprendamos a esperar en sus promesas; puede ser aprovechado por el enemigo, por el mundo y por nuestra propia carne, a fin de sembrar temor, duda e incertidumbre. Sin embargo, al recordar lo que hizo Jesucristo por nosotros y lo que recibimos por su sacrificio, nuestra fe se fortalece; al recobrar la esperanza de la realidad eterna en la que hemos sido establecidos, verdad que nos recuerda que jamás hemos de ser abandonados por nuestro Salvador y que por su gracia podemos permanecer confiados bajo el cuidado de nuestro Padre, en todo tiempo.

El milagro de saber que el Padre siempre está contigo y que siempre está conmigo, nos debe llevar a levantarnos en fe, a avanzar con paso firme hacia su voluntad. Podemos acercarnos confiadamente a su presencia y tener la certeza de que nos recibe, nos escucha y nos abraza con su Paternidad, por el bendito milagro del que participamos por fe y por gracia a través Jesucristo, quien prometió estar con nosotros hasta el fin de los tiempos, garantizando así, que permanezcamos en Él y en nuestro Padre, Dios Eterno.