Fuerzas Del CieloMuestra

No desmayes

Cuando un corredor está extremadamente cansado casi hasta el desmayo, escucha voces que le alientan a continuar la carrera para que pueda llegar a la meta. Los vítores, los gritos, los aplausos, las palabras de ánimo y perseverancia hacen que, como por acto de magia, reciba la vitalidad que necesita para llegar.

¿Qué hacer, entonces cuando en la carrera de la vida faltan las fuerzas? ¿Qué hacer en esos momentos en los que sentimos estar al borde del desmayo? La Palabra nos aconseja que mantengamos nuestra mirada en Jesús: “Para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Heb. 12:3). La perseverancia de nuestro Maestro, Su obediencia al Padre, Su amor por nosotros nos ayudan a continuar, a pesar de las luchas, las pruebas, las dificultades de la vida.

Estas cosas que tenemos que enfrentar son capaces de minar nuestras fuerzas a tal grado que nos sintamos sin ganas de continuar. Dios lo sabe, Él nos conoce. Por eso encontramos en las Escrituras innumerables palabras de aliento. Dios quiere que continuemos, que sigamos adelante, que refresquemos nuestra alma en Su Palabra, en el encuentro íntimo que tenemos con Él en oración.

Dios preparó a Su pueblo para sus batallas contra sus enemigos. Sus palabras eran motivadoras, Él quería que no olvidaran que estaba con ellos para darles la victoria. “Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos; porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros” (Deut. 20:3-4).

Pensemos en esas palabras: “No desmaye vuestro corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis” Son estaciones del alma que experimentamos en el paso por la vida, y Dios quiere que no perdamos de vista que, a pesar de cómo nos sentimos, Su presencia está con nosotros. Él nos da fuerzas nuevas, Él cambia el lamento en baile, Él pelea por nosotros.

Reconozcamos que ninguno de los hijos de Dios camina solo en esta vida. Sea de noche o de día, en tiempo de sequedad o abundancia, en tiempos buenos o tiempos tormentosos, Él se queda con nosotros. Es el Buen Pastor que nos pastorea y nos infunde aliento con Su vara y Su cayado. Cuán consciente estaba David de la maravillosa verdad de que “en lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma". (Sal. 23:2-3].

Recibe hoy esa palabra de estímulo de nuestro Dios, Él quiere que continuemos la carrera con la fe y la certeza de que Él va con nosotros. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". (Is. 41:10).