Activa tu mente: DeseoMuestra

El primer elemento que activa la mente es el deseo. El sueño del corazón se origina en un formato llamado “deseo”. El deseo es anhelar algo con todo el corazón, a tal punto que dice: “Cambiaría mi vida por esto”.

Esto es lo que le sucedió al apóstol Pablo, quien dijo: “Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

En cierta oportunidad, una mujer cananea se acercó a Jesús. Extrañamente, Jesús la trató muy mal, a tal punto que dijo: “No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros”. En otras palabras, le estaba diciendo: “Eres una perra”. En algunas culturas del oriente como Israel, se usa esta expresión para menospreciar al hombre.

¿Pero qué incentivó a esta mujer pagana a que insistiera al decir: “Sí, Señor, pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”? Sin lugar a dudas, había un fuerte deseo que la impulsaba. El deseo de que su hija endemoniada fuese liberada.

Es ahí cuando Jesús le dice: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!” Presta atención a la siguiente frase: “Que se cumpla lo que quieres”. En otras palabras: “¡Que se cumpla tu deseo!” ¡Y así ocurrió! "Y desde ese mismo momento quedó sana su hija” (Mateo 15:28).

Hay quienes interpretan el deseo negativamente. Sin embargo, Dios obra a través del deseo del corazón. Proverbios 11:23 dice: “Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina mal”. Salmo 21:1-2 enseña: “En tu fuerza, Señor, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus victorias! Le has concedido de lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden”.

El deseo del corazón marca la diferencia. Dios usa a personas que sueñan en grande, porque los sueños son el lenguaje del Espíritu Santo. El sueño comienza con una semilla que se llama deseo. Todo comienza con un deseo. El deseo es el comienzo de la grandeza. El deseo marca la diferencia en el mundo. El Señor te pregunta, diciendo: “¿Qué es lo que quieres?”. Ya que vas a desear algo, anhela algo grande.

¡Sueña con un récord!

¡Con una primicia!

¡Con una novedad!

¡Con una revelación!

¡Con una sensación!

¡Con lo mejor!

¡Anhela algo que no ha existido en la historia de la humanidad!

¡Pide una unción diferente!

Anhela con todo el corazón. Y recuerda que Dios es un Dios que le concede los deseos de los que le temen.