Maternidad Con GrietasMuestra

Mamá no me gusta tu cara

Recién empezaba el día y ya que me considero una morning person (persona que disfruta del día que empieza) mi pequeña hija de 4 años; que había dejado hace tiempo de ser una bebé, tenía voz y voto en las cosas cotidianas de la casa.

Estaba en ese momento del día en cuál tenía mucha prisa, tenía cosas pendientes por hacer aún antes de iniciar el día. Pero ella había decidido de que cepillaría sus dientes bajo sus condiciones.

“Mamá no me gusta tu cara”, fueron sus palabras; me sentí herida y humillada.

Me esfuerzo mucho para cuidar mis palabras cuando me siento ofendida, pero mi esfuerzo no es suficiente; es fácil que nuestras emociones quieran ser protagonistas en medio del enojo. Pero el poder de Dios perfeccionándose en mi debilidad es el mayor alivio a mi maternidad, y lo puede ser para la tuya: la verdad reveladora de que no estás sola; El "Yo Soy" quiere acompañarte, consolarte, y aconsejarte.

- No me vuelvas a hablar de esa manera, respondí en tono áspero; (esta es la cara de quién te dio a luz pensé sin verbalizar).

Mi hija estaba confundida y su irritabilidad iba en aumento.

Esta es una de las tantas grietas en mi corazón de madre, heridas, malos entendidos, frustración y expectativas.

Hasta que este pequeño, pero poderoso tip interrumpió mi maternidad.

Respirar-Orar las veces que sean necesarias; y volver a comenzar.

Luego de una serie de oraciones sulfuradas mi hija estaba explicándome de que quería verme con mis lentes, cómo estaba acostumbrada a verme. De eso se trataba; no de la cara de su mamá (¿De dónde sacaste eso mamá?).

¿Ya te ha pasado? De seguro te pasará.

Confusiones que desencadenan enojo y heridas; que luego para restaurar la relación necesitamos una buena dosis de arrepentimiento y humillación por no saber escuchar con atención. Necesitamos asertividad.

Y aún en esa grieta en nuestro corazón, intencional o no intencional; Jesús lo llena todo. Lo sana todo, y lo más maravilloso: ¡LO RESTAURA TODO!

Puedes volver a empezar hoy, empieza por orar, y por reconocer tus debilidades; y permite que las grietas en tu maternidad sean propicios para la obra de Dios en tu carácter.