Ora, Confía Y Espera Muestra

CONFÍA

El día que José, el soñador, terminó en la cárcel pareciera que fuera su final. Y antes de llegar a ese horrible lugar vivió lo que es la traición, ser vendido como esclavo incluso recibir la espalda de su familia cuando contaba los sueños que Dios le entregaba. Y a pesar de todo eso, él confiaba en lo que ya Dios le había entregado. Él confiaba plenamente en lo que ya Dios le había hablado. La esposa de Potifar había hecho falso testimonio en contra de él y aun así José se mantuvo firme (Génesis 39:7–20). Cuando ella trató de seducirlo, él le respondió diciendo: "… ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9). José tuvo que ir a la cárcel por haber puesto a Dios en primer lugar.

Cuántas veces nos han pedido que confiemos en lo que Dios hará en nuestra vida, familia, salud, promesas, peticiones según creemos por tardanza y que Dios las cumplirá. Cuántas veces nos pide Dios que estemos más tiempo con Él en oración, en silencio, en búsqueda, en ayuno, en todo en nuestra vida. Y es increíble aún nosotros siendo los mismos cristianos que caminamos con cierta incredulidad porque vemos que servimos, y trabajamos fuertemente para Dios y vemos que no se cumple, que ya no tenemos fuerza.

¡Confía!

Eso que creemos que es tan fuerte, si lo comparamos con los grandes escenarios que vivieron esos personajes de la Biblia como lo fue José, jamás se acercaría a un sufrimiento profundo. No minimizando lo que tú puedas estar experimentando sino explicando que Dios jamás nos dará batallas, escenarios y/o noticias que no podamos soportar. Él siempre estará a nuestra lado mostrándonos el buen camino. Y aunque nos queramos rendir, tirar la toalla e incluso quizás salir corriendo; vemos cómo viene ese Padre a consolarnos y decir no te detengas y confía.

Nuestra confianza debe ser plena en las manos de Dios. Debes tener un nivel de confianza tan alto que aunque tus ojos puedan ver un panorama totalmente distinto a lo que ya Dios te habló, tú puedas seguir creyendo y permaneciendo en lo que ya se te estipuló por parte de Dios. Que quizás vino una enfermedad inesperada, la muerte de un familiar que estaba saludable, problemas financieros o un paso sin aún completarse. Cree firmemente que Dios tiene un gran propósito. Todo lo mencionado son escenarios que duelen, que nos desgastan, pero hay un Dios que nos entregó la salida y las fuerzas para seguir. Que aunque la miseria se avecine, le hacemos frente como seres espirituales que somos y no dejamos que tomen lugar en nuestro caminar con Dios.

SOMOS DE LOS QUE NO DESISTIMOS NI RETROCEDEMOS, SINO QUE LANZAMOS GRITO DE JÚBILO ANTE NUESTRAS PROMESAS. CONFIANDO QUE DIOS LO HARÁ.