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La actitud del corazón

¿Con qué actitud nos presentamos ante Dios? Cuando tenemos una audiencia, por ejemplo, para conseguir un trabajo o para conseguir un crédito, no solamente lo que decimos importa, sino también se nos observa en nuestra actitud, si hay una actitud buena, responsable. En fin, nuestras actitudes hablan.

La Biblia nos enseña en Lucas 18:10, donde Jesús está hablando específicamente de la actitud de dos personas que oraron: una era una persona, diríamos, bastante sana ante la sociedad, con buena ética, con buena moral, incluso con buena religiosidad. La vida de la otra persona no valía ni cinco, como se dice, porque estaba podrida de pecados. Pero la que estaba en tan buenas condiciones se olvidó de que también necesitaba la misericordia de Dios; se olvidó de que también tenía basura bajo la alfombra, que tenía otros tipos de pecados que la sociedad no estaba viendo. Entonces se presentó ante Dios con cierto aire de: “Gracias, Dios, que no soy como este pobre infeliz aquí a mi lado o detrás de mí”. Y el otro agachadito solamente dice: “Dios ten compasión de mí, que soy un pecador” y Jesús dijo que aquel pobre con tantos pecados salió justificado; sin embargo, el religioso fue condenado por la actitud de su corazón. No es que está mal ser religioso y bueno, lo que está mal es que nos entre la soberbia y pensemos que somos suficientemente buenos o más buenos que los otros delante de Dios.

Señor, perdónanos como evangélicos por nuestra soberbia espiritual, por habernos presentado tantas veces como superiores a otras personas. Hemos pecado, límpianos de este mal. En el nombre de Jesús. Amén.