Escoge amarMuestra

Decide amar tu vida

Me avergüenza admitir que yo me he quejado de mi vida. No es tan difícil, sabes, encontrar cosas para quejarte—presiones financieras, personas insoportables en el trabajo, el crimen, molestias y dolores, y el enorme ejército de personas desagradables que habitan este planeta. No es tan difícil envidiar y resentir a las personas que son más jóvenes, más ricas y más cómodas. Todos queremos el cielo en la Tierra, y eso significa un montón de decepciones cada día.

Pero solo, si has tomado la decisión de permitir a Satanás que te robe el gozo. Aquí hay una mejor manera: buscar los dones de Dios cada día, incluso los más pequeños y decidir disfrutar la vida: “Pero algo bueno he visto. Y es que no hay nada mejor que comer y beber y gozar, cada día de nuestra vida, del fruto del trabajo con que nos agobiamos bajo el sol. Ésa es la herencia que de Dios hemos recibido. A cada uno de nosotros Dios nos ha dado riquezas y bienes, y también nos ha dado el derecho de consumirlas. Tomar nuestra parte y disfrutar de nuestro trabajo es un don de Dios. Y como Dios nos llena de alegría el corazón, no nos preocupamos mucho por los días de nuestra vida” (Eclesiastés 5:18-20). Un buen consejo de Salomón. No merecemos nada de Dios, pero ¡por causa de Jesús nos da tanto!

En lugar de quemar el revestimiento de tu estómago envidiando la vida de otra persona, ¿qué tal si decides amar la tuya?