La Gran HistoriaMuestra

La humanidad es dispersada por toda la Tierra formando las primeras naciones, pero el plan de Dios no ha terminado. Dios llamará de entre esas naciones a un hombre, Abram, para formar una nación más, una nación que tendría por siempre conectada su identidad con su propósito, un instrumento divino para la redención del mundo.

Génesis 12 es un capítulo fundamental en las Escrituras para comprender la Gran Historia. En tan solo los primeros versículos podemos ver con claridad el llamado, la promesa y el propósito de esta nación que Dios formaría por el amor las naciones.

Llamado: “Deja tu tierra y tu parentela y ve…” – Tierra, parentela, patria, nación, todos estos términos representan cierta seguridad en una persona, responder a un llamado de soltarlo todo para ir a lo desconocido parecería una idea no muy inteligente. Pero vale la pena recalcar que la seguridad que Dios le dio a Abram no estaba en el destino sino en Quién lo estaba llamando.

Promesa: “Una nación grande, te bendeciré...” – Del mismo modo que Dios bendijo al hombre en el Edén (Gn1:28) antes de comisionarlo, de igual manera Dios bendijo a Israel justo antes de mostrarle Su comisión. Esta bendición no se trata de posesiones, de riqueza o fama (aun que experimentarán mucho de esto) sino de la presencia misma de Dios entre ellos. Su presencia es la mayor bendición que podemos experimentar como humanidad y es de esta relación que podemos verdaderamente cumplir con la comisión que Él nos ha dado.

Propósito: “En ti serán benditas todas las familias de la tierra” – Puedes escuchar esto, ¡cuán grande es el amor de Dios! Israel nacería para ser instrumento de Dios para salvación de las naciones. Este llamado conllevaría una gran responsabilidad, pero también el mayor de los privilegios, la presencia misma de Dios.