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Florecimiento: 21 días para que el Fruto del Espíritu florezca en tu vidaMuestra

Florecimiento: 21 días para que el  Fruto del Espíritu florezca en tu vida

DÍA 9 DE 21

¿Ya llegamos?

Por Sion Alford

Pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza (Romanos 8:25 NTV).

Cuando mi esposa y yo vivíamos en Florida, llevábamos a nuestros hijos a Disney World cada febrero. El viaje duraba unas seis horas, y para los tres niños pequeños y enérgicos que teníamos en ese momento, se sentía como toda una vida. Muy temprano en el viaje, escuchábamos sus vocecitas chillonas desde el asiento trasero de nuestra miniván preguntar: «¿Ya llegamos?». Cada 15 minutos, como un reloj, preguntaban de nuevo: «¿Ya llegamos?».

A medida que avanzaba el viaje, nuestros hijos se ponían ansiosos y se enojaban fácilmente entre ellos. Cuando llegábamos a la mitad de nuestro viaje, estaban peleando por un juguete de McDonald's, uno se quejaba de que alguien lo estaba tocando y otro le tiraba papas fritas. ¿Qué sucedía? Estaban cansados de esperar y habían perdido la «paciencia». Habían perdido la perspectiva.

¿Cómo pudo haber sucedido eso? En algún momento del viaje, olvidaban algo: ¡olvidaban que iban a Disney World! Les importaba más la incomodidad temporal de convivir en una miniván que el increíble lugar que iban a visitar. Querían que su situación y circunstancias actuales cambiaran de inmediato en lugar de reconocer que su incomodidad temporal tenía un propósito: ¡llevarlos a su feliz destino!

El sonido de su impaciencia se intensificaba hasta que estallaba lo que podría describirse como la Tercera Guerra Mundial en el asiento trasero. Hacía lo que hacen todos los padres piadosos en situaciones como esa: interrumpía con calma sus diatribas infantiles y decía: «Queridos hijos, por favor absténganse de sus actitudes provocativas de perturbación y protestas de injusticia y permanezcan serenos y tranquilos hasta que lleguemos a nuestro destino final». ¡Bah! ¡No realmente! De hecho, una vez agarré el juguete por el que estaban peleando y grité: «¿De quién es este juguete?». «¡Mío!» gritaron dos de los niños. Luego, por desesperación, saqué el juguete por la ventanilla del auto (mientras iba a 70 millas por hora) y dije: «¡Voy a soltar este juguete si no dejan de pelear por él!». Mi hija pequeña comenzó a llorar mientras mi hijo mayor decía: «¡Tíralo, papá! ¡Déjalo ir!». Obviamente sabía de quién era el juguete, así que con calma se lo devolví a mi hija.

Como buen pastor, aproveché entonces para dar una lección bíblica de vida sobre lo que acababa de pasar. Les recordé que Dios puede permitirnos experimentar situaciones difíciles e incómodas en el camino a nuestros destinos prometidos. También les recordé la promesa que estaba delante de nosotros. Les dije que ese viaje valía la pena el dolor y la incomodidad temporal. Llegaríamos allí. Magic Kingdom y Epcot estaban en su futuro. Todo lo que tenían que hacer para disfrutar del viaje era aceptar el viaje y ser pacientes.

Muchas personas no se dan cuenta de que la paciencia no comienza a trabajar en nuestros corazones hasta que nos irritamos. Esperar algo y tener paciencia son dos cosas diferentes. Cuando estamos esperando, simplemente nos detenemos esperando que la promesa venidera (la respuesta a nuestras oraciones) esté cerca e inevitable. Nuestra espera se convierte en paciencia cuando no se cumplen nuestras expectativas y se viola nuestro tiempo. En otras palabras, cuando nos cansamos de esperar, ¡es cuando comienza la paciencia!

Hay una palabra para este proceso en la Biblia: sufrimiento. El Apóstol Pablo escribió: «Podemos sentirnos felices aun cuando tenemos sufrimientos porque los sufrimientos nos enseñan a ser pacientes. Si tenemos paciencia, nuestro carácter se fortalece y con un carácter así, nuestra esperanza aumenta» (Romanos 5:3–4 PDT). La dolorosa espera (sufrimiento) tiene el subproducto de la paciencia, y la paciencia tiene el subproducto del carácter.

Jesús vivió de esa manera. Experimentó más sufrimiento que cualquier otra persona que haya vivido jamás. El autor de Hebreos escribió: «Fijemos nuestra mirada en Jesús, en quien la fe empieza y termina. En vez del gozo que podía haber tenido, sufrió la muerte en la cruz y aceptó la humillación como si no fuera nada. Después se sentó a la derecha del trono de Dios. Si alguna vez se sienten desfallecidos y agobiados, piensen en Jesús, quien soportó pacientemente el maltrato de parte de los pecadores» (Hebreos 12:1–3 PDT).

Jesús abrió el camino para nosotros. Atravesó el sufrimiento. Sabe que esperar se convertirá en paciencia, y que la paciencia se convertirá en carácter.

Llegaremos allí. El viaje terminará algún día, así que tal vez podamos dejar de preguntar: «¿Ya llegamos?» y comenzar a preguntar: «Dios, ¿ya terminé?».

Oración

Padre, necesito desesperadamente la paciencia que tuvo Jesús cuando caminó en Tu perfecta voluntad. Dependo de Tu gracia mientras permito que Tu carácter se desarrolle en mi corazón. La espera puede ser difícil a veces, pero elijo confiar en Tu amor inagotable. Tienes buenos planes para mi vida, y el deseo de mi corazón es estar contigo siempre. En el nombre de Jesús, amén.

Para mayor reflexión

  1. ¿Cuáles son algunos de los «viajes» a los que Dios te está llevando? ¿Te encuentras preguntándole: «¿Ya llegué?»?
  2. Piensa en un momento en el que tu espera tuvo que convertirse en paciencia. ¿Cómo lo manejaste y qué lecciones de carácter aprendiste de él?
Día 8Día 10

Acerca de este Plan

Florecimiento: 21 días para que el  Fruto del Espíritu florezca en tu vida

Este devocional de 21 días está lleno de verdades bíblicas y estimulantes historias sobre cómo el Espíritu Santo produce amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio en tu vida....

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Nos gustaría agradecer a Gateway Church por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://gatewaydevotions.com/

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