Visión del Alma 2: Haz que tu Vida Valga la PenaMuestra

Ayer hablamos de usar las heridas del pasado para ayudar a orientar tu misión. Ahora haz un inventario personal de tu vida actual. ¿Qué tienes actualmente en tus manos que pueda ayudar a orientar tu participación en la visión de Dios? Este proceso de descubrimiento y ejecución requiere una reflexión profunda y periódica revisión.

Te animo a que destines un espacio de tiempo sin interrupciones, quizás un día, para efectuar una exégesis personal de la vida. Hay dos partes en el libro de cuentas de tu presente: recursos y oportunidades. Del lado de los recursos de tu libro de cuentas se encuentran tus dones, tu carácter, las épocas de tu vida y demás recursos como tus talentos, educación, familia, amigos, finanzas, así como tus intereses, contactos e incluso pasatiempos.

En el lado de las oportunidades, observarás las necesidades y los ámbitos en los que puedes participar. Estudia las oportunidades que Dios te ha abierto para el uso de tus dones en el último año, en los últimos cinco años o en los últimos diez años. Examina sobre todo las ocasiones de servicio que Dios ha creado para ti. Estas son oportunidades que no has merecido, gestionado o manipulado. Después de todo, Dios, el Dador de los dones espirituales, hará coincidir tus dones con aquellas oportunidades espirituales. Analizando dichas opciones, podrás ver el tipo de dones que posees.

También, puedes leer las oportunidades desde otro punto de vista. ¿Qué oportunidades te ha dado Dios para desarrollar tu don? ¿Qué oportunidades has aprovechado para mejorar en tu servicio al Señor? Estas son complementarias e indirectas, porque a medida que aprovechas las oportunidades que se van presentando, puedes describir la confirmación o no de tus dones.

Por cierto, muchos cristianos dudan de sus dones. Sé que yo lo hago. El dudar de tus dones te ayuda a mantenerte humilde frente a las afirmaciones excesivas. La duda invita a desarrollar aspectos del don. La duda permite confiar en Dios ante una oportunidad. Sin embargo, cuando tengas dudas sobre tu don, descubrirás que estas oportunidades inesperadas confirman los dones que Dios te ha dado. Dios no seguiría presentando oportunidades imprevistas si no existiera ya algún tipo de don.