Jacobo

Jacobo, hijo de Zebedeo, era un hombre de la empresa pesquera. Mientras estaba haciendo su trabajo, Jesús lo llamó a seguirle. Jacobo, junto con su hermano Juan y junto con Pedro fue uno de los tres amigos más íntimos de Jesús.

La Biblia registra tres conversaciones de Jacobo con Jesús, de las cuales podemos aprender al menos tres principios acerca del reino de Dios. En Lucas 9: 51-56, se relata un episodio que nos muestra el tipo de temperamento que tenía Jacobo.

Primer principio: El Reino de Dios funciona de adentro hacia fuera.

Jesús nos enseña que nuestro mayor problema no está afuera sino dentro de nuestro ser, en nuestro corazón (Mateo 15:18-19)

Jesús cambió el corazón de Jacobo y puede cambiar el corazón de toda persona que se lo rinda a Él. ¿Cómo está tu interior? Un corazón donde hay resentimiento, ira, amargura, nunca va a lograr ser feliz. No conozco a nadie lleno de alegría que aún guarde rencor en su corazón.

El siguiente episodio se registra en Marcos 10:35-45. Jacobo y su hermano piden un lugar de privilegio en el cielo, al lado de Jesús.

Segundo principio: El Reino de Dios funciona de abajo hacia arriba.

Jesús modeló una forma diferente de ejercer el poder y fundó una nueva cosmovisión donde los importantes son los que sirven. Tenemos un Dios que ingresa al mundo a través de lo pequeño: Un bebé refugiado, un maestro sin hogar, un líder sin privilegios.

Jesús transformó la ambición de Jacobo en un deseo de servir a los demás. ¿Cuáles son tus aspiraciones, tus sueños? ¿Cuál es tu motivación para conseguirlos? ¿Cómo puedes ponerlos en manos de Cristo para Su reino?

Por último en Marcos 13:1-9, Jesús les revela a Sus discípulos lo que habría de suceder.

Tercer principio: El Reino de Dios funciona de adelante hacia atrás.

Jesús nos llama a ver las cosas con los ojos puestos en el cielo, con una cosmovisión eterna. Hoy podemos atravesar y superar el sufrimiento porque tenemos la esperanza de la vida eterna con Cristo.

Dios sabía que el mayor problema que tenemos los hombres es la muerte. Por eso ideó un plan: la vida eterna que recibimos a través de Jesucristo. Llegará un momento donde Jesús secará toda lágrima. Mantén tus ojos en Jesús (Hebreos 12:2).

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