AL ROJO VIVO

Recomiendo leer primeramente los versículos de referencia

En la antigüedad, a las espadas se las ponían en la forja, es decir, calor hasta el rojo vivo, y luego las golpeaban fuertemente contra un yunque para darle forma y luego otra vez al fuego para darle resistencia. Si no pasarían por ese proceso, en la batalla se rompería de inmediato, y el soldado correría un riesgo de muerte muy grande.
Como seres humanos e hijos de Dios, somos probados de manera similar. Como leemos en Santiago, son las pruebas, los problemas y dificultades de esta vida lo que nos ejercitan, la que nos preparan para lo que nos depara el camino, hasta que el perfecto carácter de Cristo sea formado en nosotros. Son en esas pruebas dónde demostramos que nuestra fe es auténtica, genuina.
Luego de resistir la prueba, podemos estar confiados de que somos mejores que antes, más parecidos a Jesucristo, y es ahí donde nos damos cuenta de que; los problemas no son en realidad problemas, son una oportunidad para ver la gloria de Dios.

En Romanos 5:3-5, la Palabra nos enseña, a que veamos lo importante que es para Dios que pasemos el proceso de formación, que tengamos esas experiencias que muchas veces son durísimas, porque ahí es donde Él nos da el carácter que necesitamos para sostener la recompensa final.
Terminemos aparentar ser algo que en el fondo no estamos ni cerca de ser, porque eso nos transforma en impostores, ese es el camino fácil, y el camino fácil nos esclaviza, hace que bajemos los brazos cuando las cosas no van bien, las pruebas nos enseñan a mantenernos firmes.

Aplicación: Hagámonos esta pregunta: ¿Nos es más fácil dudar de lo que nos edifica, que cuestionar lo que nos destruye?

Consejo: Recuerda que este es TU tiempo con Dios, pídele al Espíritu Santo revelación de la Palabra, no pienses primero en otra persona, ni hagas una reflexión generalizada, piensa en tu vida, en lo que Dios quiere contigo para luego, ayudar a otros.

Oración: Padre nuestro, gracias por cada una de las pruebas en las que Tú permites que pase, te ruego Espíritu Santo, que me des la firmeza en esos desiertos para no abandonar y poder ser perfeccionado en Cristo, enséñame también a no quedarme en el proceso, al ser negligente, dame un corazón manso y humilde para aceptar tu corrección. Sigue orando con tus propias palabras.