Las tormentas de la vida

Una de las verdades que más ha impactado mi vida es saber que Dios está con nosotros en cada tormenta que atravesemos en la vida y que no nos ahogaremos, sino que ¡llegaremos al otro lado!

Hay tormentas que llegan sin esperarlas. Esas que nos toman por sorpresa cuando caminamos hacia nuestro destino final. Ese día en el que el sol es muy radiante, no hay vientos fuertes y el mar está tranquilo, de pronto, en un instante, irrumpe esa tempestad inesperada.

Momento en el que debemos decidir si regresar o continuar, si luchar o rendirnos. No sé por qué, pero la primera opción que pasa por nuestra mente es ese pensamiento que nos hace creer que es más fácil la retirada que la avanzada. Es como si algo nos dijera: «¡Uff! Es muy difícil lidiar contra la tormenta… mejor me escapo». Pero, ¡eso no es cierto!

Es más difícil el retroceso, ya que usarás la misma intensidad para movilizarte, y cuando crees que terminas, resulta que estás en el punto de partida. No has escapado la tormenta para nada, solo la has resistido. Y atravesar la tormenta te acerca a tu destino! Es mejor luchar para atravesar que estar quieto sin intentarlo.

Hoy quiero animarte a que no te rindas. Tomado de la mano de Dios saldrás de la tormenta, y esta dejará en tu vida aquello que fue edificado sobre la roca.

La tormenta se llevará todo lo que no sirve, y solo quedará lo firme, lo duradero, lo eterno. Aquellas cosas que estaban grabadas en tu corazón y en tu espíritu, selladas por la Palabra de Dios: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35). Aquellas promesas de Dios para tu vida, las enseñanzas de Jesús, y tantas palabras que fueron reveladas durante esas noches de temor y dificultad.

Es entonces, cuando las recuerdas, muchas de ellas grabadas en tu memoria con una melodía que por años entonaste, te paras firme en ellas, y declaras: «Cobardía, tantas veces me estanqué en mis sueños por ti. Hoy ¡te vas!» Entonces quedará la valentía que produce la fe y el poder de la Palabra, y con ellas puedes pelear por tus sueños. Y nunca olvides que por alta que sea la ola, por fuerte que parezca el golpe sobre tu barca… ¡no te detengas! El Maestro está contigo.

Por Marcos Yaroide - Reconocido cantautor y pastor de la congregación Cielos Abiertos, en Santo Domingo, República Dominicana.