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Decimos que confiamos en Dios, pero ¿CONFIAMOS?Muestra

Decimos que confiamos en Dios, pero ¿CONFIAMOS?

DÍA 4 DE 5

✔ Fijando nuestra mirada en Jesús. Ya lo mencionamos, pero vale la pena repetirlo porque creo que es lo más importante de todo el plan. El secreto para confiar en Jesús es fijar nuestra mirada en Él. Si no nos distraemos, las cosas del mundo jamás quitarán el foco de lo importante; podremos concentrarnos en Jesús, en lo que hizo, hace y hará en y por nosotros. Si creemos en Él, podremos descansar en Sus promesas. Tenemos la esperanza de la vida eterna, y saber eso es lo más grande de todo. Ya no importa si padecemos enfermedades en la tierra, si pasamos necesidades económicas, si sufrimos a causa de los demás, porque al final, todo esto se desvanece, pero el futuro con Dios es eterno.

¿Te acuerdas cuando Pedro caminó sobre el agua? La historia está relatada en Mateo 14:22-34, te invito a leerla. Los discípulos estaban en la barca, y Jesús a lo lejos se aproximó caminando sobre el agua. Al principio ellos tenían miedo y pensaban que era un fantasma. «Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!» (v. 27, NTV). Cuando Pedro ve a Jesús, le pide para caminar sobre el agua, y Jesús se lo ordena. Todo arrancó bien, me imagino la sorpresa de los discípulos, el asombro de Pedro. ¡Estaba caminando sobre el agua! ¡Todo un milagro! Él tenía los ojos puestos en Jesús, ya que la Biblia dice que «… caminó sobre el agua hacia Jesús» (v. 29, NTV). Pero en el versículo siguiente, Pedro comienza a observar lo que sucedía a su alrededor, y deja de mirar a Jesús: «pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí?» (v. 30-31, NTV).

A nosotros nos pasa exactamente lo mismo. Deseamos confiar en Jesús, y al inicio “nos lanzamos al agua”, pero cuando quitamos la vista de Jesús y comenzamos a mirar a nuestro alrededor (las circunstancias, los problemas, etc.), el miedo y la desesperación nos invaden, y comenzamos a hundirnos. ¿Por qué no mirar TODO EL TIEMPO a Jesús? Estoy segura: si Pedro no quitaba la mirada de Jesús, jamás se hubiera hundido. Igual no lo culpo, las tormentas de la vida causan en nosotros el mismo efecto que las olas y el viento en Pedro. Ellas nos desestabilizan y amenazan con hacernos sufrir, y en ocasiones hasta matarnos. Este es un desafío para ti y para mí: ¡No miremos las circunstancias! ¡No miremos los problemas! Miremos a Jesús y confiemos en Él, en Sus propósitos y en Sus tiempos. Él no nos va a defraudar.

Día 3Día 5

Acerca de este Plan

Decimos que confiamos en Dios, pero ¿CONFIAMOS?

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Nos gustaría agradecer a Andrea Pachalian por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://about.me/andreapachalian

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