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Dios Habla Al Corazón CansadoMuestra

Dios Habla Al Corazón Cansado

DÍA 4 DE 5




La pregunta de Dios a Elías: “¿Qué haces aquí?”

La reacción de abatimiento de Elías nada tiene que ver con esa otra, parecida en la superficie pero profundamente distinta, que muestra el rey Acab cuando se le niega la viña de Nabot o cualquiera de sus muchos caprichos (1 Reyes 21:1-7). No todas las tristezas son iguales, ni todos los temores, ni todos los desánimos, y el Señor los distingue perfectamente, porque Él mira el corazón.

Elías está literalmente “consumido” de amor por Dios, aunque nos parezca que lo que le gobierna es solo el temor. Que no nos confunda que se meta en una cueva, o que pida morir. Negar su celo mirando su vida sería como ignorar lo que se te pueda antojar más evidente. Nuestros hechos nos delatan: la fe en obras, el amor en trabajo, la esperanza en constancia. Elías era un verdadero hombre de fe, esperanza y amor, en palabras del Nuevo Testamento, como nos muestra nuestro texto en 1ª Tesalonicenses. Tenía una confianza en Dios como pocas, pero seguía siendo humano y, desde luego no era Dios. Solo en Jesús vemos el máximo modelo a imitar, una humanidad absoluta y una divinidad perfecta. Muy lejos quedamos de Cristo y, me temo, también de Elías.

Dios llega al profeta directamente con una pregunta: “¿Qué haces aquí?” Su gracia se expresa de manera frecuente en forma de preguntas para la reflexión, y no deberíamos despreciar ninguna de ellas. Solemos querer solo respuestas cuando estamos en momentos dramáticos, pero el Señor nos lleva, más bien, a pensar y responderle. ¿Recuerdas el caso de Job o el de Jonás y sus correspondientes diálogos? Dios lo sigue haciendo con nosotros hoy. Él no cambia. Es el mismo ayer, hoy y por siempre.

Al responder y oírse en voz alta, se evidencia que la visión de Elías ante la situación es incompleta. Solo percibe una parte, y oírse no es suficiente para poder ver más. Necesita la palabra de Dios traída en forma renovada, como un silbido apacible que le muestre Su propósito y el camino por delante, pero la pregunta de Dios vuelve a repetirse, antes de darle una respuesta.

La intervención de Dios, como ves, no es tiránica ni castigadora, sino afectiva, como haría un buen padre con un hijo al que se quiere dirigir a un lugar mejor, dando visión renovada, proporcionando nuevas fuerzas, con el amparo de Su encargo, las provisiones y propósito necesarios, sin que falte nada para el largo camino.

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Acerca de este Plan

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/

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