El perdón lo cambiaMuestra

Cuando el pecado separa a las personas

Me parece que las palabras de Pablo a los romanos son tan desafiantes como hermosas: “Si es posible, y en cuanto dependa de nosotros, vivamos en paz con todos” (12:18). Si bien se necesitan dos personas para vivir en paz, Pablo nos exhorta a que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para restaurar las relaciones que el pecado ha roto.

¿Cómo se hace eso? En Romanos 12, Pablo señala algunas verdades vitales. Primero, no hay que ser orgulloso. El uno por ciento de las veces, como en los casos de abuso infantil, el pecado es unilateral. Pero el otro 99% de las veces, en la situación están involucrados dos pecadores. Ella lo empeoró, pero quizás yo comencé. Él le arrojó esa piedra gigantesca a nuestro matrimonio, pero antes yo tiré mil piedras pequeñas. Vivir en paz comienza con la humildad, aceptar nuestra parte y confesar, no excusar, nuestro pecado. Así que no deje que su dolor le quite la humildad.

Segundo, ámelos. Bendiga a los que lo persiguen. Alégrese cuando ellos celebren. Venza el mal que ellos hicieron haciendo el bien. Use sus manos no para recoger las piedras pecaminosas que le arrojaron, sino para servirles y amarlos. Puede que eso no garantice la curación, pero es el mejor camino de Dios hacia el futuro.

Esos pasos me recuerdan a Jesús. Tan humilde que eligió la cruz por nosotros. Tan amoroso que amaba a sus enemigos. Tan comprometido que no solo nos perdonó, ¡sino nos reconcilió con Dios! Él hizo todo lo posible para vivir en paz con nosotros por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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