La Iglesia Post PandemiaMuestra

Todos construimos la iglesia

La Pandemia profundizó “la cultura del espectador”, donde cada uno de nosotros puede ver la vida de los demás como un lugar en donde querer estar. Dejamos de ser protagonistas de nuestra propia historia y comenzamos a ser espectadores de la vida de los otros a través de las diferentes redes sociales, y así, la vida se nos va observando con plena pasividad. Esta cultura reafirma también, que si bien puedo ver a otros, aquí sólo valgo “yo”: el egoísmo todo lo hunde. Cuando el “yo” está en el centro, nos preparamos para problemas.

Esta tendencia a ser espectadores, se puede ver dentro de la iglesia, porque podemos ir al templo, nos podemos sentar a oír la palabra, cantar canciones e irnos rápidamente. Pero, ¿cuál será la consecuencia de este estilo de vida? Allí no aportamos, no hacemos y el resultado será la desconexión real y dolorosa del Cuerpo.

Quizás podemos pensar que porque no aportamos, tampoco destruimos, ¿pero saben? Siempre estamos sobreedificando, para bien o para mal. Construimos con el compromiso, destruimos con la indiferencia. Construimos con el amor, y destruimos con el egoísmo. Construimos con la oración y destruimos con el chisme. Todos tenemos algo para aportar y hacer iglesia y debemos tomar esa responsabilidad.

La Biblia afirma que cada uno ha recibido algo (talento, capacidad, don) y debe ministrar a otros (la iglesia) con ello. Todos soñamos con ver una iglesia sana, y todos somos parte de esto para lograrlo. Algunos aportan su compromiso en la adoración, otros en la enseñanza, o dándole de comer a una persona en la calle, a veces aportando algo distinto… todos estamos capacitados para ser parte de la edificación de la Iglesia.

Te invito a que tomes unos minutos para orar y pedirle al Espíritu Santo revelación sobre cuáles son los talentos y dones que ha depositado en tu vida. Luego busca la forma de edificar la Iglesia con todo lo que Dios te ha dado.

Ya no seremos espectadores de lo que sucede, a partir de hoy daremos todo de nosotros para edificar el Cuerpo de Cristo.