La PromesaMuestra

Sed llenos, para ser testigos

Ninguno de nosotros podría hacer mucho para ser transformado o ser testigos de Jesús sin la ayuda del Espíritu Santo.

La etapa más poderosa de la Iglesia se inició luego del Pentecostés, cientos fueron conmovidos, sanados, evangelizados, con una Iglesia creciente guiada por el Espíritu Santo.

Movidos a santidad, compasión y un mover de milagros, la Iglesia comenzó su historia con la promesa cumplida de que el Consolador ya no estaría con ellos, sino en ellos. Toda una gran conjunción de creyentes que asumían su lugar de Iglesia, que habían entendido que era una relación constante, una llenura constante, que ofrecía el respaldo para hacer la obra.

El mover creció y se dispersó cumpliéndose lo que dijo Jesús en hechos 1:8: "Hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra".

Hoy día esa vivencia del Pentecostés está a una oración de distancia, a un pedido ferviente. Oro para que, en el lugar en donde estés leyendo este devocional, sea tangible la presencia de Jesús. Y, si nunca tuviste la experiencia de ser lleno, que este momento sea único y el poder de Dios te inunde como nunca antes.

Oración

Dios me paro en Tu promesa y en fe te pido que me bautices con Tu Espíritu Santo. Llena mi alma, sana mi corazón, manifiesta tus dones en mi vida y que sea el fruto de Tu Espíritu trabajando e influenciando en mí. Trae a mí Tu promesa para ser testigo en mi casa con mi familia, en la universidad y con todo aquel que me cruce. Permíteme ser Tus manos, Tu voz y la luz que necesita todo aquel que viva en oscuridad. En el nombre de Jesús, amén.