Día 2: Los Huesos Secos Cobran Vida

"Discúlpeme, señor. ¿Podría darme algunas monedas para un café o algo de comer? El anciano hambriento había sido ignorado toda la mañana. Su ropa estaba sucia desde hacía meses y llevaba una barba larga que se mecía con el viento. El hombre que pasaba recordó un momento reciente de enseñanza que compartió con su hijo de como todas las personas tienen la imagen y semejanza del Creador. Con mucho gusto buscó su billetera para darle dinero al mendigo, pero sintió en su corazón extenderle una invitación a almorzar.

El hombre y el mendigo caminaron juntos dos cuadras y entraron a un local donde vendían café. El aroma era exquisito y salía por las ventanas mientras la luz del sol se reflejaba en sus espaldas. Por primera vez en mucho tiempo, el vagabundo estaba a punto de disfrutar una comida adecuada. Suspiró satisfecho y dijo: “Gracias, señor. Estaba perdiendo la esperanza, y no puedo vivir mi presente recordando ni cargando los problemas del pasado. El sol brilla hoy más que nunca”.

De repente, los ojos del hombre generoso se fijaron en el mendigo. Con picada curiosidad preguntó: “¿Sr. Dawson? ¿Eres tú?"

"¿Cómo sabes mi nombre?" respondió el mendigo asustado.

“¡Es Ezequiel! ¡Fuiste mi profesor de inglés en la escuela secundaria! ¡Siempre mencionaba la frase “los huesos secos del pasado”!

“¡Sí, Ezequiel! Dios mío, he atravesado tiempos difíciles, hijo. Es bueno verte, pero me avergüenza que tengas que verme así”.

“Tonterías…” dijo Ezequiel. “Es y será una leyenda! Aprendí mucho de usted, señor.

Los hombres continuaron su charla sobre la vida durante el almuerzo. Ezequiel se sintió obligado a ayudar a su antiguo maestro. Se ofreció a alquilarle el sótano de su casa a cambio de lecciones de lectura y escritura para su hijo. Todos los días oraba fervientemente por la restauración del Sr. Dawson y, después de siete semanas, se había recuperado asistiendo fielmente a la iglesia, trabajando como tutor de niños de bajos recursos y se fue a vivir con su hija.

La visión de los huesos secos en la Biblia representa un pueblo caído y sin vida. La buena noticia es que servimos a un Todopoderoso que es capaz de resucitar lo que una vez se creyó muerto o perdido. Él ve y atiende las necesidades de todos los hombres, sus portadores de imagen. ¿Serás un representante de Dios en el presente y extenderás tu mano a los huesos secos?