Necesito un lugar para congregarmeMuestra

Dios se encarga

Ten presente que, como hijos de Dios, estamos en sus manos y todo lo que vivimos está bajo su control y sus propósitos. Nuestros hermanos y nosotros mismos estamos en constante proceso de transformación y todo cuanto hacemos y cómo nos comportamos no escapa de su radar. Sí o sí, sin excepción alguna, vamos a ser tratados por el Señor, vamos a ser disciplinados cuando así Él lo considere necesario; vamos a ser doblegados en nuestra carne para poder crecer en el espíritu.

Dio se encarga de ti, de mí y de nuestros hermanos; no podemos escapar de Él ni de sus juicios. Nosotros, como iglesia, estamos siendo juzgados todo el tiempo a través de la Palabra de Dios, todo lo que digamos o hagamos que no esté alineado a su voluntad, por más inconscientes que nos queramos hacer al respecto, será examinado por Él. Como hijos suyos, estamos en la misma condición para ser disciplinados si así lo llegamos a necesitar, porque nos ama. En este punto del cristianismo no hay ningún título ministerial que valga, aquí no importan los talentos o los dones que podamos poner por obra o lo piadosos que podamos ser, lo único que interesa es que somos hijos de Dios y como tal Dios nos tratará.

Si te sientes ofendido por un hermano de la congregación; ten presente que ante todo, es necesario ejercer el perdón, debes orar por ese hermano para que sea el Señor quien se encargue a través de su amor y de su misericordia de hacerlo caer en cuenta de su error si no ha querido reconocer, arrepentirse ni corregir su falta o mal comportamiento. Míralo con los mismos ojos con los que Jesús te ve a ti. Ten compasión, perdónalo y demuéstrale el mismo amor que tú has recibido de lo alto.

Ten presente que somos uno solo como hermanos porque es uno quien nos une: "Cristo Jesús". Todos vamos a ser perfeccionados y transformados para crecer en su amor sin importar el nivel de madurez o el rol ministerial que podamos desempeñar. Dios nos ve como hijos, y como a hijos, nos trata por igual. No te angusties ni te preocupes por procesos ajenos, no permitas que tu corazón se llene de amargura; no caigas en esa trampa. No olvides que Dios es quien se encarga, encárgate tú de hacer lo que corresponde ante sus ojos, sigue en obediencia y firme en su voluntad.