Hermoso NombreMuestra

Sabemos que para que nuestras manos estén limpias y libres de gérmenes debemos lavarlas con frecuencia. Usamos jabón y agua corriente y nos frotamos las manos durante al menos 20 segundos para saber que están limpias. Muy pronto, nuestras manos se ensucian de nuevo. Jugamos afuera, estornudamos, tocamos superficies y luego debemos lavarnos las manos nuevamente. ¿Cuántas veces al día te lavas las manos? ¿10 veces, 20 veces, 30 veces?

La Biblia habla mucho sobre la limpieza, especialmente en el Antiguo Testamento. Aquí leemos que la presencia de Dios habitaba en el templo. Para entrar al templo, era necesario estar limpio, no sólo físicamente limpio, como bañarse o lavarse las manos, sino también "ritualmente" limpio, siguiendo las reglas que Dios había dado. El libro de Levítico nos habla de las reglas que Dios les dio a los israelitas para ayudarlos a saber qué era limpio y qué era inmundo, qué podían y qué no podían tocar y cómo podían volverse limpios antes de entrar en Su presencia.

Dios también les dio a los israelitas una forma de cubrir su pecado mediante el sacrificio de un animal. El símbolo del animal y su sangre significaba que su pecado fue perdonado, y estaban purificados o limpios. No era sólo una cosa de una sola vez, los israelitas tenían que ser limpiados y traer sacrificios una y otra vez.

Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, se convirtió en el sacrificio por el pecado, y por Su sangre somos purificados. Jesús no tiene que morir en la cruz una y otra vez. Cuando Jesús murió y resucitó, fue un acto lo suficientemente poderoso como para salvar a todas las personas en la tierra y ¡a todas las personas que vivirán!

A través de Jesús somos limpiados. Todavía nos equivocamos y cometemos errores, pero gracias a Jesús no tenemos que ser 'limpios' o perfectos antes de acercarnos a Dios. Podemos acercarnos a Dios sin importar en qué situación estemos y Él nos perdona. Mediante Jesucristo nuestro Cristo hemos sido liberados.