7 Reflexiones para el Diario VivirMuestra

El caballo y el peón

En una conversación con mi hermano comenzamos a hablar sobre el juego de ajedrez. Cada una de las piezas de este juego tiene un movimiento particular. Por ejemplo, el Rey solo puede dar un paso a cualquier casilla que no sea atacada, el alfil puede moverse a cualquier casilla diagonalmente, la torre puede moverse a cualquier casilla horizontal o verticalmente, el caballo puede moverse con tres pasos en forma de L y puede saltar encima de otras piezas, el peón se mueve siempre hacia adelante en la misma columna, y por último, la dama o reina se puede mover a cualquier casilla (vertical, horizontal o diagonal).

En medio de la conversación nos preguntamos cuál pieza nos gustaría ser. Rápidamente él contestó “me gustaría ser el caballo porque tiene movimientos impredecibles y puede proteger a las otras piezas”. En cambio, yo pensé un poco y le contesté “a mi me gustaría ser el peón porque siempre va hacia adelante, no puede dar pasos hacia atrás y cuando llega al final se puede coronar convirtiéndose en la reina”.

Así como hace el peón le gustaría a Dios que nosotros hiciéramos, seguir caminando hacia adelante, prosiguiendo a la meta (Filipenses 3:13), sin mirar atrás, poniendo nuestra confianza y fe sólo en Él, Nuestro Salvador y Protector.

Ahora, ¿cuál pieza de ajedrez te gustaría ser? Todas tienen muy buenas cualidades en sus movimientos, recordando siempre que se encuentran con adversarios en su camino. Así como nosotros nos encontramos con situaciones o dificultades en nuestro caminar, pero cuando vamos de la mano de Nuestro Señor, nuestra misión y visión es llegar a la meta junto a Él y ser coronados. “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” Apocalipsis 2:10 RVR1960