[Globos Amarillos] El valor de la esperaMuestra

El arte de esperar



Las Escrituras nos animan a esperar en Dios. La espera va en contra de casi todos los aspectos de nuestra cultura actual. Si la cobertura de la torre de telefonía celular hace que nuestros teléfonos tarden diez segundos en cargar un video, nos sentimos molestos. No podemos soportar tener que esperar; después de todo, ¡esos videos de gatos son divertidísimos!



Queremos movernos, activarnos, completar las tareas, tomar el control y alcanzar metas. Lo último que queremos hacer es esperar.



Sin embargo, esperar es una hermosa oportunidad para crecer espiritualmente. Dios nos manda que esperemos pacientemente delante de él. Es una oportunidad para hacer una pausa, adorar, confiar y ejercer nuestra fe, la misma fe que fascina a los ángeles.



La espera también nos permite confrontar y abrazar nuestra falta de control; nos permite reflexionar sobre lo que es verdadero y honesto. Esperar nos permite reevaluar nuestros roles y el papel de Dios, además de asegurarnos de que no estamos sentados en la silla equivocada, tratando de hacer la obra de Dios de juzgar al mundo.



La espera justa es un arte. Estar expectante pero involucrado, esperanzado y participativo. El poder y el amor de Dios son nuestra fuerza, y esperar es un acto de obediencia.



Una verdadera perspectiva nos ayuda a seguir la línea entre la evasión y la paciencia. Puede ser difícil discernir entre los momentos en que una buena mayordomía significa asumir la responsabilidad de actuar y cuando significa esperar con paciencia a que Dios actúe. Moverse puede presentar un reto, pero también puede ser difícil esperar.



Esperar no es apatía. El problema de la apatía es el ‘yo mismo’. El salmista nos invita a esperar pacientemente por una persona, a esperar en el Señor.



Hoy, espero que pases tu día esperando en el Señor.