Espejito, EspejitoMuestra

Quiero confesarles que, en mayo de este año, me dio COVID y hasta la fecha una de las secuelas con las que aún me siento incomoda es con la inflamación. Mi rostro, está más redondo, apareció una papada y ropa que antes me quedaba bien, ahora no me favorece.

Comencé a hacer ejercicios focalizados, cambie mi alimentación, busque ayuda de un doctor y aún permanece ahí. Una cosa es cuidar lo que Dios te ha dado y otra es que si no logras estar como quieres te inquietas, te angustias hasta frustrarte. Fue en ese momento que me di cuenta que era ansiedad.

El verdadero problema aquí no es físico, sino espiritual ¡No es que este inflamada! Es que esa inflamación robo mi paz, mi tiempo y mi seguridad, porque yo se lo permití y me cegó.

¡Cómo no fui agradecida por sólo tener una secuela! Muchas personas no tuvieron esa oportunidad, el COVID se llevó su vida, y seguimos contando alrededor del mundo desde 2020 a la fecha.

Israel había sido liberado de 400 años de esclavitud en Egipto, y se encontraban en el desierto hacia la tierra prometida por Dios para su pueblo. Para nadie era innegable el amor y provisión de Él en todo el proceso, pero un buen día se quejaron a tal punto que desearon regresar “por su comida" y "por comodidades”.

Los tiempos cambian, pero la batalla es la misma, aquella entre nuestra mente, cuerpo y corazón.

Piensa en una parte de tu cuerpo que no te agrade y respóndete ¿Cuánto tiempo te roba ese pensamiento? ¿Por qué te quejas tanto? ¿Puedes hacer algo para cambiarlo? ¿Estas agradeciendo lo necesario en esta situación? ¿Te enfocas más en tu físico que en tu vida espiritual? 

Ya no importa lo mucho que nos hemos quejado de nuestro físico, lo importante de ahora en adelante es que :

1. Disfrutemos de la verdad de la creación

2. Cuidemos lo que se nos ha dado 

3. Seamos agradecidos