Amada Por El Dios Que Me VeMuestra

El Dios Padre nos ve como Jesús y nos ama como Jesús. 

Es extraordinario saber que Dios nos ve totalmente distinto a como el mundo nos mira y que tampoco nos ve con nuestros ojos, los cuales en múltiples ocasiones tienen una percepción sobre nosotros mismos muy equivocada, menospreciando el valor que Dios ha depositado en cada uno de nosotros. Nuestro Padre nos ve como Jesús y nos ama como Jesús.

Yo...

...fui criticada porque la persona que amaba no era cristiana. 

...fui juzgada por ocultar mi noviazgo.

...fui condenada a lo que la gente creía que podía suceder.

...fui catalogada como Jonás (desviada de su propósito) por personas que desconocían mi situación y la condenación que experimentaba, pero que tampoco se molestaron en preguntar y simplemente asumieron esa conclusión: “María se apartó de Dios”. 

La gente emite sus juicios sobre nosotros sin ninguna dificultad y sin medir el duro golpe que supone muchas veces para nuestro corazón. Y pasa que esas críticas determinan la percepción que tenemos sobre nosotros mismos. Terminamos creyendo que somos quienes los demás dicen que somos y viéndonos con los ojos de todos los que están alrededor. 

Pero Dios usó al Pastor Nelo Nuñez y al señor Alberto Viloria para recordarme mi identidad como hija suya, y como Él no pone limitantes para perdonar a sus hijos. Tras un arrepentimiento genuino, en lugar de nuestra pecaminosidad, Dios ve la justicia de su hijo. Nos ve como personas que han sido redimidas, y también como mucho más. Efesios 1:3-14 es una excelente lista, por así decirlo, de algunas de las formas en que Dios nos ve. 

El Pastor me exhortó a perdonar a los que me dañaron y a perdonarme a mí misma por mis errores. Me dió consejos para sanar mis heridas. Me invitó nuevamente a congregarme en la iglesia. Me hizo saber que Dios aún tenía grandes propósitos para mí.

Gracias Dios. 

Quiero finalizar recordándote que Romanos 8:38-39 dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.