Yo Soy Jonás: Algo Más Que La Simple Historia De Un Pez.Muestra

Una Misión que parece imposible.

¿Has escuchado la voz de Dios invitándote a realizar una misión que parece imposible?

Tal vez, iniciar con un emprendimiento, recuperar a tu familia, hacer un viaje misionero, cambiar tus hábitos, iniciar un ministerio para impactar tu comunidad. ¿Cuál ha sido tu reacción?

La forma en que Jonás reaccionó, se parece mucho a la forma en la que reaccionamos nosotros cuando Dios nos invita a ser parte de sus planes: Corriendo en dirección opuesta.

Nínive no era una ciudad cualquiera, eran el enemigo número uno de Israel. Personas antagónicas a lo que representaba Dios y su pueblo. Jonás, a diferencia de otros héroes de fe, ni si quiera se tomó la molestia de discutir con Dios, simplemente huyó.

En nuestro tiempo no es muy distinto. Vivimos en una sociedad que nos rechaza solamente por ser cristianos. Muchos no tienen problema en reconocerse públicamente como enemigos de Dios. Esta realidad nos ha llevado muchas veces a intentar huir en dirección opuesta a donde Dios nos ha dicho: ¡Anda y Proclama!. Ya sea porque no queremos ir en contra de la cultura, o porque consideramos que algunos merecen castigo y no misericordia.

El camino fácil no siempre es el camino correcto.

Algunas veces, el lugar al que queremos huir parece más cómodo y más seguro que el lugar a donde Dios nos está enviando, y aunque sabemos que no es allí donde debemos ir, buscamos justificarnos.

Jonás no estaba huyendo de su misión sino de Dios.

Hoy en día las personas buscan esconderse de Dios porque les avergüenza su pasado, guardan enojo hacía a Dios o no se sienten capaces de llevar a cabo la misión.

Si decidimos ir en dirección opuesta a Dios, no podemos culparle por la tormenta que nosotros mismos desatamos al embarcarnos en un viaje que Él no planeó para nuestra vida.

A pesar de eso, Dios permite estas tormentas y las usa para ponernos de nuevo en el camino de regreso a casa. No podemos pasarnos la vida huyendo de Dios y evadiendo nuestra misión.

A nosotros nos toca obedecer y de los resultados se encarga Dios.