Oyendo Como Los SabiosMuestra

Aprendiendo de Él

¿Has escuchado la expresión “cada día se aprende algo nuevo”? A la verdad que hay muchísimos refranes y máximas originados en las experiencias de la vida. Unos son ciertos en algunas circunstancias pero otros son ciertos siempre. Por ejemplo, cuando decimos el refrán, “no por mucho madrugar, amanece más temprano”, hablamos de algo que es cierto todas las veces porque el amanecer no depende de nuestra voluntad sino del tiempo que le dio Dios.

Por otro lado, el dicho “el que no oye consejo no llega a viejo”, no siempre es cierto. Muchas personas envejecen habiendo ignorado los consejos recibidos y les va bien en la vida. Cosas que pasan.

Entonces, nos preguntamos, ¿es cierto que todos los días se aprende algo nuevo? Y si es así, ¿estamos conscientes de eso o simplemente pasan los días sin que nos percatemos de lo que cada día nos enseña? Yo creo que es cierto, que cada día es una oportunidad para aprender, para recibir una nueva enseñanza, para crecer.

Si somos hijos de Dios, experimentamos nuevas aplicaciones del consejo divino a nuestras vidas. Según “un día emite palabra a otro día”, como dice el proverbista, así cada día nos habla a través de diferentes circunstancias, de diferentes vivencias. El aprendizaje en la vida cristiana es continuo, y eso es así porque con nosotros está nuestro Maestro.

Si vamos a la Palabra, recibimos consejo del cielo, palabra de vida, luz para el camino. Si vamos a la presencia de Dios en oración seremos ministrados por el Espíritu de Dios y nos ayudará con aquello que no entendemos, con aquello que pedimos. Hay un constante fluir de la gracia de Dios en nuestras vidas que nos ayuda a caminar en fe y a confiar. Él nos está enseñando, nos está moldeando, Él va formando a Cristo en nosotros, cada día, a cada momento.

Saberlo y estar consciente de ello, debe darnos paz. No estamos en esta vida solos, tratando de hacer lo que podemos, o como dice el dicho, “dando palos a ciegas.” Estamos acompañados de la sabiduría misma, que es Cristo. Con su paciencia, su amor, y su deseo de que aprendamos nos va instruyendo y dando lecciones de vida cada día. 

Cuán privilegiados somos que el Maestro nos tenga en su salón de clases, que sea Él mismo quien nos enseñe y nos instruya. Hoy Él nos enseña y también lo hará mañana. Recibir su enseñanza y aprender de Él, es una honra que debemos continuamente apreciar, agradecer y valorar.