Lecciones Del AscensoMuestra

¿A quién le gusta esperar? A nadie. Como sociedad, estamos esperando para volver a reunirnos y ver cómo será el nuevo capítulo que se desarrolla en el trabajo, la iglesia y la vida social; estamos esperando para sentirnos seguros y liberados del miedo a lo invisible. A nivel individual, puede que estemos esperando que Dios nos dé una dirección, una liberación, un avance o un milagro. La buena noticia es que cuando esperamos a Dios, podemos esperar que nunca nos decepcione. 

Imaginemos dos siervas para contextualizar la lectura del Salmo 123. Una está aletargada; lleva años sirviendo y está acostumbrada a las idas y venidas de su amo. La otra es una sierva joven y fresca, desesperada por ser una buena sierva. Llevan todo el día trabajando. La sierva más vieja y cansada dice: "Probablemente no va a venir", pero la joven se sienta preparada en la mesa y se niega a abandonar su lugar, por si su amo decide aparecer. Sus ojos permanecen fijos en la puerta, esperando el regreso de su amo.   

Tómate un tiempo hoy para orar sobre tu temporada personal de espera, así como la de tu comunidad inmediata o global. 

PREGUNTAS 

¿Qué aspecto tiene tu tiempo de espera, tanto a nivel individual como colectivo (en tu familia, iglesia o comunidad)? 

¿Cómo cambia este tiempo de espera cuando mantenemos la mirada fija en Dios?