ORAXJAPÓN - Guía de oración por Japón de 17 díasMuestra

Discipulado

Muchas iglesias japonesas colocan más énfasis en la asistencia a la iglesia que en el discipulado personal. Los creyentes japoneses son frecuentemente muy comprometidos, pero sin fortaleza individual o madurez en su propia fe personal.



Reconocemos que fortalecer a los discipulos japoneses en lo individual, llevará a tener comunidades fuertes de creyentes.

ADORA: Dios es inmutable en Su naturaleza e inamovible en eternidad.

El Señor reina, revestido de esplendor;



el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder.



Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido.



Desde el principio se estableció tu trono, y tú desde siempre has existido ( Salmos 93:1-2 NVI).

¡SEÑOR, Tú reinas! Estás revestido en majestad y armado con poder. Desde e principio se estableció Tu trono y Tú desde siempre has existido.

DECLARA: Los creyentes serán fortalecidos y levantados en Su poder.

"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor... Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza" (Efesios 6:10, 13 NVI).

Jesús, declaramos que Tus seguidores sean fortalecidos en el Señor y en Tu inmenso poder. Que poniéndose la armadura completa de Dios, los creyentes se levantarán contra los embates del enemigo.

ORA: Que los discípulos con fortaleza guíen a una iglesia fuerte en Japón.

Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser,



para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor,



puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; (Efesios 3:16-18 NVI).

Señor, oramos para que en Tus gloriosas riquezas fortalezcas a los creyentes en Japón con el poder de Tu Espíritu en su interior, a fin de que Cristo permaneza en sus corazones a través de la fe.